Recuerdo como si fuera ayer cuando nos fuimos a vivir en familia a Guadalajara. Mi padre era tapatío y se concretó una oferta de trabajo para emigrar a la “Perla tapatía” con su esposa y madre de sus cuatro chilpayates, cuyas edades fluctuaban entre los 8 y lo 3 años. Los parientes y amigos que dejamos en el entonces Distrito Federal, nos visitaban a la menor provocación, por lo que el verbo extrañar jamás lo conjugamos. Entre los convidados frecuentes estaba una amigo de mis tíos, muy feo el pobrecito, pero bueno hasta la candidez a quien para acabarla de amolar apodaban “El Marciano”. Con él nos mandaban los sábados al cine “Juárez”, cerca del mercado de San Juan de Dios, donde se exhibían “tres películas, tres”, casi siempre mexicanas. Nuestras favoritas eran, sin duda, las del gran Pedro Infante. La bronca era que el buen Marciano las había visto 500 veces y te las iba contando por adelantado. Entonces, en “Pepe el toro”, te decía: “ahorita se le muere el hijo”, o sea que era de sentir el hoyo en la panza desde antes del tragedión. Vimos toda la filmografía del “Ídolo de Guamuchil”, pero una de mis favoritas indudablemente es “Escuela de rateros”. Al margen de que se trata de las pocas películas en color y la última que completó el sinaloense antes de su trágica muerte, es una gozadera. Pedro es un panadero al que le pagan para que suplante a Víctor, un violinista famoso, ratero y déspota a quien mataron, dado su enorme parecido. Cuando su socio, un argentino experto en abrir cajas fuertes está repartiendo el botín, le dice que con sus ganancias, se irá a la Costa Azul. Pedro busca dilatarlo en lo que llega la policía y le pregunta: “oye y la Costa Azul es azul, azul azul o, minimizando con un ademán, azul, azul, azul”. El resto ya no se lo cuento, pero no deje de verla en las distintas plataformas que hoy la ofrecen, sobre todo si pertenece a generaciones más jóvenes que la mía. Se va a divertir y mucho. Bueno, pues esto viene a cuento para saber si, después de un inicio perfecto, parafraseando a Pedro Infante, el azul es azul, azul, azul o nomás paliducho. Por lo mostrado el torneo pasado y estas tres fechas, pareciera un serio candidato al título. Sin embargo, además de lo joven de la competencia, hay que recordar que vendrá un parón de casi un mes, para jugar esa patochada denominada la “Leagues Cup” en territorio del gabacho. Generalmente, este tipo de desfases, le hacen daño al que anda bien y beneficia al que arrancó flojo. Ojalá la planeación del técnico Martín Anselmi haya previsto está situación y no tenga que pagar el precio de una situación, a nivel federativo, manejado con las patas. Por el bien del campeonato, que junto a las grandes inversiones se una este proyecto que busca reverdecer laureles. Que como dijo el señor Pedro Infante, todo siga siendo…azul, azul.