Sucedió en Tres Marías el domingo 23 de agosto de 2020. Enfrentados comerciantes y motociclistas que hacían acrobacias en sus máquinas rugientes, ello fue porque un grupo de lugareños se los prohibió debido a que días atrás habían atropellado a un niño. Que de las palabras pasaran a los hechos y quemaran una de las motocicletas, a los forasteros motorizados no les importó gran cosa (tienen sus motos aseguradas). El siguiente domingo estuvieron de regreso en la explanada de la salida de Tres Marías a la carretera federal, el otro también y así cada siete días sin faltar. La “emoción” de la adrenalina creció el domingo 9 de enero pasado, cuando en pleno semáforo rojo a los bikers chilangos, mexiquenses y “cuernavacos” no les importaron la sana distancia ni el uso del tapabocas. De nueva cuenta arribaron por la federal y la autopista montados en caballos de dos ruedas que llegan a costar varios centenares de miles de pesos, ataviados en equipos de según el sapo es la pedrada: cascos de entre 900 y 1500 pesos, chamarras de 1900 y hasta 6000, pantalones de piel, 3000; botas, 2000; mochilas, 800; armadura de rodilleras y coderas, 1400 pesos, etc., etc. Incapaces de poder o querer contenerlos, por esos días los elementos de la Dirección Estatal de Protección Civil y de la Guardia Nacional hicieron algunos de esos operativos disuasivos… que no disuaden. Hasta que el juego de la velocidad degeneró en tragedia, la mañana del domingo anterior en una sucesión de accidentes de coches y tráileres que se desencadenaron a lo largo de unos dos kilómetros de la autopista, a la altura de Fierro del Toro. Muertos seis motociclistas –entre ellos una mujer de 20 años–, según declaró uno de los muchachos que resultaron ilesos manejaban a 250 kilómetros por hora. Ha sido el peor accidente de motociclistas en suelo morelense, que continuarán a menos que el Gobierno de Morelos y la Guardia Nacional establezcan operativos de vigilancia en puntos específicos, conjuntos, permanentes, del amanecer hasta el anochecer y todos los fines de semana para inhibir las velocidades de vértigo como suelen correr los bikers... Por cierto, ¿de dónde viene esta palabreja? En países de Sudamérica les llaman motoneros, y en México no hace mucho tiempo que eran comúnmente conocidos con el vocablo de motociclistas que la imitación de lo gabacho derivó en el anglicismo “biker”. De ellos se juntan un montón los domingos en el crucero de Tres Marías, hombres los más y mujeres unas cuantas, para no exagerar digamos que varios cientos, no miles, la mayoría procedente de la CDMX así como del estado de México y de Cuernavaca los menos. Dejan algo de dinero –en realidad no mucho– en los puestos de comida y las fondas del entorno donde consumen quesadillas, cervezas y refrescos. Llevan años viniendo, no lo saben pero los motociclistas rucos y los bikers jóvenes parecen imitar a las bandas de rebeldes sin causa tipo la película cincuentera “El Salvaje” (The Wild One), con Marlon Brando, que los fines de semana se divertían perpetrando “travesuras” en un pequeño pueblo del oeste americano. Chamarras de cuero y botas urbanas de por medio, aquellos motociclistas conducían las clásicas Indian y Harley Davidson, escandalizaban, bebían cerveza, alardeaban y peleaban a puñetazos, pero comparados con los bikers de Tres Marías, resultarían niños montados en triciclos de pedales... (Me leen después).

Por: José Manuel Pérez Durán jmperezduran@hotmail.com 

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp