Turistas y lugareños atestábamos el Zócalo las noches de viernes y sábados, pero el 16 de marzo de 1977 no cayó en fin de semana, sino en miércoles, así que muchas personas no había. Por la mañana, nada sabía la gente de Cuernavaca sobre lo que estaba a punto de suceder, pero sí el gobierno y los periodistas, reportado por el trabajo de “inteligencia” de los “orejas” de Gobernación, la Zona Militar y la Policía Judicial el contingente de Temoac que, tras salir caminando del crucero de Amayuca y pasar la noche de la víspera a la altura de la colonia La Joya, llegaron pardeando la tarde. Sorprendieron, eran cientos, formada mayoritariamente la muchedumbre por hombres y unas cuantas mujeres que colmaron la Plaza de Armas. Se les notaba extenuados y no era para menos. Habían andado unos sesenta kilómetros. Se mostraban hostiles, decididos a no regresar a sus pueblos de Temoac, Amilcingo, Popotlán y Huazulco sino hasta haber conseguido su propósito. Querían ser municipio y lo lograrían topara en lo que topara. Llevaban meses diciendo, sin ser escuchados por los del gobierno, estar hartos de ser marginados, de que los alcaldes salieran de la cabera municipal, Zacualpan de Amilpas y no de las ayudantías, así que en 1976 la imposición de Mariano Cerezo como el candidato del PRI acicateó la protesta. Pero el gobernador Armando León Bejarano no se imaginaba cómo se las gastaban los pueblos de la región oriente. No era de aquí. Impuesto un año antes desde la Ciudad de México como “virrey” de Morelos, llegó con su séquito de la Legión Extranjera a gobernar una tierra que desconocía. Aquella tarde debió sacudirlo la rebeldía de los ejidatarios, los peones, los profesores, las señoras del Morelos rural exigiendo SU municipio. Eran tantos que no cupieron en el Salón Gobernadores, de modo que sólo pudo pasar una comisión integrada por unos doscientos. Para que los de afuera pudieran escuchar lo que se iba a decir adentro, pusieron bocinas en los balcones de Palacio. Menudearon las consignas, alcanzadas a oír entre el griterío que explotaba en la explanada de abajo una que otra mentada de madre con dedicatoria al Gobernador. (Meses atrás había sido encontrado el cuerpo de Vinh Flores Laureano, un joven profesor que lideraba causas sociales en comunidades de la zona oriente, de manera que sus seguidores estaban seguros de que el asesinato había sido ordenado desde alguna oficina del gobierno). Adentro no olía precisamente a rosas. En vano Bejarano se esforzaba recurriendo a su discurso de campaña, de “la unidad morelense”. Demagogia pura. Juntos, Temoac y los tres pueblos satisfacían el requisito constitucional de tener un mínimo de diez mil habitantes para erigirse como el municipio 33 y escindirse de Zacualpan. Sus ingresos directos se reducirían al cobro de piso del mercadito de Temoac, al lado de la ayudantía municipal, pues el impuesto predial era recaudado por el Gobierno del Estado, pero quedaban las participaciones federales que calculaban les serían suficientes. La discusión continuó, los “temoacos” se mantuvieron firmes y aguantaron hasta la madrugada, cuando por fin Bejarano cedió a la fundación del municipio de Temoac. Sin embargo, el gentío no abandonó la explanada del corazón del poder político de Morelos; quedamos algunos reporteros y la muchedumbre sólo aceptó irse al otro día llevándose el ejemplar del periódico oficial con el decreto de la creación del municipio con cabecera en Temoac que a partir de 1978 celebran cada 17 de marzo. Realizado el desfile con el que anualmente recuerdan el nacimiento de su municipio, siguiendo la costumbre presidió el alcalde en turno, Valentín Lavín Romero. Y seguramente se acordaron: Dos horas antes del amanecer del 20 de febrero pasado, llamado a gritos desde afuera de su casa en Amilcingo salió Samir Flores Soberanes para ver de qué se trataba. Luego se supo que eran varios sujetos que acababan de llegar en dos automóviles. Dispararon, le metieron cuatro balazos, dos de ellos en la cabeza, y pusieron en agonía la vida del luchador social que falleció camino al hospital de Jonacatepec. Al día siguiente, el fiscal general Uriel Carmona Gándara dijo que no descartaba ningún móvil, pero señaló al crimen organizado como la principal línea de investigación. Un mes después, al igual muchos otros este asesinato sigue impune. Miembro del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua que integran campesinos de Puebla, Tlaxcala y Morelos, Samir se destacó en la región oriente por su papel de opositor a las instalaciones de Huexca. (Me leen después).

 

Por: José Manuel Pérez Durán

jmperezduran@hotmail.com

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