En Morelos, las imágenes de la noche negra de Ixtayopan hicieron recordar a Temoac. Ahí, a mediados de los setenta, una muchedumbre enardecida agarró y quemó vivos a cuatro agentes de la Policía Judicial. En el mismo municipio, que como tal se erigió en junio de 1977, el 10 de abril de 2003 irrumpió una oleada de efectivos de las policías Judicial y Preventiva Estatal. Reprimieron a la población, allanaron y saquearon casas, golpearon a un centenar y detuvieron a veintidós hombres y mujeres que estuvieron presos tres meses en el penal de Atlacholohaya.
Enfrentados en dos grupos, uno fue acusado por la entonces alcaldesa Mari Paz Barreto de secuestrar a su esposo Fernando Sánchez Ríos. Andando las semanas, el Gobierno del Estado se comprometió a pagar indemnizaciones a ochenta y ocho vecinos que habían sido vapuleados por los “guardianes del orden”. Pero no cumplió, y este fue precisamente el reclamo que los afectados hicieron al entonces gobernador Sergio Estrada Cajigal. Andaba de gira en Temoac, y ante los reproches expresados en gritos, cartulinas y una “manta” fueron tachados como una bola de “alborotadores” en un acto oficial para la colocación de la primera piedra de un mercado que interrumpió el enojo del secretario estatal de obras públicas, Pedro Leetch Balcázar. En esos momentos una atmósfera cargada con los rencores de los temoaquenses, fueron revividas las imágenes de aquel linchamiento del 75 y las de la delegación Tláhuac.
Temoac no había superado el estigma de la rebeldía. Conformado por los pueblos de Popotlán, Huazulco, Amilcingo y la cabecera, tenía una población de más de 10 mil habitantes, y poco más del diez por ciento no había cursado la primaria. Es el municipio que se erigió por un movimiento activado en protesta por una imposición priista en la alcaldía del municipio de Zacualpan, al cual pertenecía... De linchamientos hay ante cedentes en Morelos, en prácticamente todo el país y con más en comunidades rurales. Aunque sucedió hace cuatro décadas, el linchamiento de los que en realidad fueron tres policías judiciales y un estudiante de derecho que hacía de “madrina” estigmatizó a Temoac como un pueblo de bárbaros. Estaban hartos de la delincuencia y la autoridad no les merecía un ápice de confianza, así que los encerraron en la única celda de la Ayudantía Municipal, los rociaron con gasolina y les prendieron fuego... (Me leen el lunes).
