El garrotazo a lo tonto (hay otra palabra y aplica mejor) que en diciembre de 2006 le dio el en ese momento presidente Felipe Calderón al avispero del crimen organizado, desató la violencia que continúa hasta hoy y no tiene para cuándo acabar. No por sabido ha dejado de ser recordable. El político panista venía de perpetrar el fraude electoral de julio, le declaró la guerra al narcotráfico con la que dijo “legitimarse” en el cargo y los periodistas “fifis” le aplaudieron diciendo que nadie se había atrevido a hacer lo que este sujeto osó hacer. La matazón continuó. En 2012, Enrique Peña Nieto heredó cien mil muertes violentas y seis años después legó una cifra mayor. Hoy, en Morelos agosto cerró con noventa homicidios; fue el mes o uno de los meses más violentos en la historia reciente. Pero si septiembre no empezó mejor con el quíntuple homicidio del lunes en la terminal de los autobuses Estrella de Oro, la declaración con tinte racista de que entre las víctimas no había turistas no disminuye la gravedad de este evento criminal, y el dicho de que el mismo hecho criminal prendió el rojo del semáforo tampoco es una manera inteligente de al menos aminorar la percepción social de inseguridad. En realidad, el clima de zozobra viene de años atrás y últimamente se acentuó. Caso de los robos a comensales en restaurantes que ahuyentan a los clientes, generan bajas ventas y a veces provocan cierres de negocios.  Sucesos sonados: La noche del 24 de agosto, cuatro delincuentes asaltan el restaurante Las Leñas en la avenida Morelos Sur. Providencialmente pasa por el lugar una patrulla de la policía a la que un taxista informa lo que acaba de suceder y los ladrones son detenidos… Tres días antes, un comando armado que irrumpe en el restaurante de mariscos Tía Licha de la colonia Antonio Barona asesina a un joven apodado “El Niño”, disparándole a quemarropa… Atracado en las últimas horas de abril un restaurante de cortes de carne ubicado en la avenida Díaz Ordaz, la policía logró atrapar a dos de tres malhechores, huye un tercero pero nadie de las víctimas quiere ir al Ministerio Público a presentar denuncias… Pero si de lo mediático que asusta se trata, antes de la masacre en la central camionera de la Estrella de Oro, a mediados de abril la noticia más impactante había sido la balacera en el restaurante marisquero de Cuautla con saldo de seis muertos, entre ellos dos menores de edad, y más de diez heridos… Lastimosamente, la pregunta no puede ser otra: ¿qué sigue?.. Y en estos días en Cuernavaca, la nostalgia por los tiempos pacíficos que se fueron y pareciera imposible que vuelvan. Feria de Tlaltenango. ¿Cómo celebrábamos los cuernavacenses esta que al ser una de las festividades católicas más antiguas de México en este septiembre está cumpliendo la friolera de 299 años? La tradición era caminar de noche hacia el sitio del festejo, chavos y chavas, papás y mamás en los sesenta, los setenta, los ochenta. La caminata iniciaba por ahí de las dos de la madrugada, de los barrios del centro a Tlaltenango. Subiendo en grupos por Morelos y Zapata, llegabas, te subías a los juegos mecánicos, “ligabas” novia nueva o te citabas con la que ya tenías; combatías el frío calentándote con el faje en lo oscurito o saboreando un atole champurrado, desayunabas más temprano que de costumbre tamales verdes, rojos y de dulce, a poco de que amaneciera dabas “Las Mañanitas” a la Virgen y te metías a misa. La ciudad recordaba que en los albores de la década sesentera un camión de la línea “Ometochtli” al que se le “chorrearon” los frenos se precipitó sobre la cuesta de la avenida Emiliano Zapata. Venía de Tepoztlán rumbo a su terminal que estaba en la calle Leandro Valle, cerca de la esquina de Matamoros que refería la estatua de los Niños Héroes. Pero no llegó. Esta historia me la contó el desaparecido billetero Sámano. El autobús sólo detuvo su loca carrera banqueteando, recargándose en un taller mecánico que estaba una cuadra abajo de la esquina de Obregón y Ávila Camacho. Murieron todos los pasajeros, y una hija del ícono tepozteco don Ángel Bocanegra, quien formó parte del Escuadrón 2001 que fue a la Segunda Guerra Mundial, resultó gravemente lesionada. No obstante la tragedia, menos mal que no eran días de ferial… Hoy, la violencia ha corrido a los feriantes de Tlaltenango. Pocos van en cuanto se oculta el sol, y en la madrugada no hay tumultos como antes… (Me leen mañana).

 

José Manuel Pérez Durán
jmperezduran@hotmail.com 

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