Los contrastes prevalecen durante la Semana Santa y otras fechas, en México y en otras latitudes del planeta. Ante la proximidad del descanso vacacional, hay que darle una repasada a temas subsistentes como el incremento del consumo de alcohol y otras sustancias en los días de, incluidas las secuelas en accidentes y homicidios que el fenómeno conlleva.

Para una abrumadora mayoría de gente, sobre todo varones, son impensables las vacaciones sin destilados ni fermentados, estos últimos con mayor demanda habida cuenta el comienzo de las elevadas temperaturas. Con este calor se impone una cerveza bien fría, sin excederse, claro, asumida la moderación en la que no faltan las consejas populares que se apegan a “las tres de rigor” o “las tripas de Rigoberto” y no hacer apología del alcohol sino más bien irse con precaución.

En la Semana Santa es típico el consumo etílico, no falta un ahogado en albarcas privadas o públicas, hay choques y volcaduras en las carreteras, a veces se desata la violencia y no es raro que algún interfecto llegue a la riña para una conclusión que difícilmente será de saldo blanco, ocasionados por la inmoderación los desenlaces trágicos en múltiples sentidos. En días santos y fatales mortales, diría el filósofo del bolero ranchero José Alfredo Jiménez: “la vida no vale nada” cuando se empina el codo.

En Morelos no hay ley seca. Ante la experiencia del Gobierno de la Ciudad de México, que años atrás tuvo la intención de aplicarla, restauranteros y “antreros” se quejaron y se dio marcha atrás a los días sin alcohol. Es aquí, la ciudad en que la Semana Mayor genera más turismo que en el resto del año, donde dueños de restaurantes y centros nocturnos pueden venderlo, pero condicionados al copeo y las botellas adentro de sus instalaciones. Sin embargo, el problema es que al margen de todo ordenamiento quedan los tianguis, puestos semifijos y ambulantes con micheladas, gomichelas, “caguamas” y otras variedades de tarros y “promos” que se expenden a pasto adentro y afuera de balnearios, parques acuáticos, en barrios y colonias.

La ley seca sí aplica el sábado de gloria, para no desperdiciar agua bañándose en la calle y mojando a vecinos y transeúntes. Sólo se pueden “bañar por dentro” con el “agua de las verdes matas” y similares, ausentes en la mayoría de los municipios los operativos del “alcoholímetro” que sí hay en la CDMX con “el torito” bien adaptado y las debidas precauciones para evitar “entres” y “mordidas”. Una herramienta, ya se sabe, muy útil para evitar accidentes bajo estado etílico. Es de notar que supuestamente en Cuernavaca los expendios de vinos y licores suspenden la venta después de a las 23 horas. Pero no para los trasnochadores, sabedores de la opción de que “al fin que en Jiutepec venden toda la noche” y sigan la fiesta en los dos municipios.

Que se aplique la ley seca en localidades de la zona metropolitana (Cuernavaca, Huitzilac, Temixco, Zapata, Jiutepec) ni pensarlo; pero se podría aplicar el “experimento” de evitar la venta callejera y restringirla a locales cerrados. De cualquier modo, sólo se prolongaría el éxodo de bebedores a otras localidades para encontrar los “bebestibles”.

Como siempre, este año los operativos incluirán patrullaje de carreteras, vigilancia en balnearios y centros recreativos, puestos de auxilio y difusión de medidas contra el consumo excesivo. El gran “pero” es que el vino y sus similares están en todas partes y al alcance de la mano, algo que no será frenado con prohibiciones sino con la vigilancia de los padres sobre sus chamacos, y que a otros ya no tan jóvenes el remedio no les llegue hasta que se les atraviesa un accidente. El caso, entonces, es que las bebidas espirituosas y los estupefacientes siguen en auge… (Me leen mañana).

Las opiniones vertidas en este espacio son exclusiva responsabilidad del autor y no representan, necesariamente, la política editorial de Grupo Diario de Morelos.

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp