La vez pasada valieron 755 pesos y la siguiente las placas vehiculares costarán 820, aproximadamente. Las anteriores duraron seis años y las próximas tres. Esto por medio del acuerdo publicado en el Periódico Oficial “Tierra y Libertad” que detalla: el cambio de placas para automotores de servicio particular arrancará el 11 de este mes –jueves próximo– y para vehículos de servicio público el 15 de mayo, ambos con plazo de finalización del trámite el 30 de septiembre. ¿Pero qué tal si la Secretaría de Movilidad y Transporte (SMyT) aprovecha el viaje y propone cambios de cromáticas para taxis en todo el país? Con la condición jamás materializada: que queden de manera permanente en una ley nacional asimismo propuesta desde aquí, y el objetivo nunca cumplido de establecer un padrón nacional digitalizado de taxis con cromáticas de colores y diseños distintos para cada estado. Por ejemplo, en Londres son negros, amarillos en Bogotá y negros con “vivos” verde y amarillo en Buenos Aires. Lo que desde hace muchos años los hizo fácilmente identificables para la prestación del servicio y propósitos de seguridad. Titular de la SMyT, Víctor Mercado Salgado tiene miles de horas de vuelo en los cielos del tránsito y la movilidad vehicular. Sabe y puede; faltaría que lo dejen… UN CACHITO de historia: Fiesta... y muerte. En la misma época de la tregua no pactada entre carrancistas y zapatistas de 1915-16, en agosto de este último año los allegados de Zapata, que eras afecto por igual a la fiesta brava, carreras parejeras, peleas de gallos y al baile, aprovecharon para organizar el festejo de cumpleaños del General. Echando a volar un poco la imaginación, este espacio recrea algunos detalles del jolgorio, históricamente como está confirmado en las crónicas del Cuartel General de Taltizapán que tal celebración efectivamente tuvo lugar: “Ese día domingo ocho de agosto 1916 hubo, como parte del programa preparado, marcha de los niños de Tlaltizapán y Anenecuilco, vestidos todos de blanco y con banderitas tricolores, algunos portaban reproducciones de la foto del Jefe, solo o con su esposa Josefa Espejo. Después vino el discurso de la directora de la escuela de Anenecuilco, lectura de poesía alusiva y, para cuando estaba programada la interpretación del Himno Nacional, arribó a tambor batiente la banda de Tlayacapan. Los acordes de ‘La toma de Cuautla’ se dejaron oír desde el camino de entrada al pueblo, muy cerca del cuartel. El grupo musical de Cristino Santa María había salido antes del amanecer a lomo de caballo y mula y otros a pie; hicieron el recorrido desde Tlayacapan, pasando por Oaxtepec, El Hospital, Santa Inés, las orillas de Cuautla, almorzaron en Villa de Ayala para llegar con bríos a Tlaltizapán. Después de terminar la popular pieza que recrea una de las primeras acciones de guerra de los zapatistas, afuera de la escuelita de Tlatizapán, el General los recibió en la entrada y estrechó fuertemente a Cristino y sus hermanos. Iba también el mayor de los hijos de Cristino, Brígido, de once años, quien año más tarde heredaría la dirección de la banda... Es lugar común para los persistentes detractores del sistema establecido y para los nostálgicos de los grandes hombres, exclamar diatribas del tipo “¡si el Presidente Juárez viviera..!”, “¡si el Tata Cárdenas estuviera..!”. Especialmente aquí en Morelos, la consigna recurrente es al mismo tiempo hombría propia y resguardo en la figura del macho emblemático: “Si mi General Zapata viviera no permitiría tantas chingaderas..!”. Prevalece tal convicción, sobre todo entre agrupaciones campesinas y comunidades suburbanas y rurales que toman legítima o ilegítimamente el carácter del General como ejemplo a seguir en la intransigencia contra los poderes instituidos. No por nada el héroe de Anenecuilco fue emboscado arteramente. A Zapata, las balas del pelotón del coronel Jesús Guajardo le hicieron morder el polvo de la hacienda de Chinameca. De eso el próximo miércoles van a ser cien años. Al fin y al cabo, por la tierra de Morelos peleó y sigue abrazado a ella, la Madre Tierra del encanto de Morelos en su tumba de Cuautla, a unos pasos de su natal Anenecuilco, lejos del retórico Monumento a la Revolución en la Ciudad de México y en las antípodas –tal como lo fueron en vida– de la tumba de Díaz en Montparnasse. Bajo la consideración de las contradicciones de un personaje de tal magnitud histórica y popular, el hecho es que con Emiliano Zapata se comprueba la solidez de la ideología. En el caso de los morelenses de ayer y hoy se trata de la pertenencia a la tierra como rasgo de identidad, por lo que los hechos y el carisma del Caudillo continúan vigentes en la memoria colectiva… (Me leen el lunes).

Por: José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com

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