Tarde de media semana en la Plaza de Armas de Cuernavaca. Llena de bote en bote, por si hiciera falta ello vuelve a confirmar la tremenda capacidad de convocatoria de Andrés Manuel López Obrador. “Andrés Manuel”, le llama la gente a su paso esforzándose por tocarlo, sin pronunciar apellidos ni títulos, de plano confianzuda o porque lo sienten como a uno de los suyos. Hacía muchos años que no pasaba algo así en México. “Desde los tiempos de Lázaro Cárdenas”, aseguran los viejos sabelotodo que sobre el presidente que repartió la tierra en la década de los treinta han leído o escuchado. En ocasiones pareciera que a los jóvenes la política no les importa gran cosa o que simplemente les vale madre, pero esta vez no es el caso. El discurso del político tabasqueño conecta con la gente; apenas comienza a hablar la muchedumbre escucha atenta cada una de sus palabras. Andrés Manuel no usa conceptos rebuscados, así que cualquiera lo entiende, lo cual no significa sin embargo que sus expresiones carezcan de sentido, que no sean profundas incluso cuando recurre a los dichos populares. “Mi pecho no es bodega”, insinúa y al instante aumenta la atención de sus oyentes. O cuando suelta algo así como hizo el jueves, en son de regaño paternal: “¡ya Chole, ya estuvo bueno de que estén peleando! ¡Debemos estar unidos!”. Levanta la voz para hacerse oír en medio del griterío. “¡Pre-si-den-te, pre-si-den-te!”, retumbaba a ratos la explanada. O “¡U-a-em, u-a-em!”, cuando López Obrador asintió pidiendo que lo esperaran un ratito para hablar de las universidades públicas. Dichas en pasado y en presente, las palabras se mezclan en murmullos y los abucheos explotan fuerte en el momento en que el orador único y principal pronuncia el nombre del nuevo gobernador Cuauhtémoc Blanco. Los “¡¡¡bu, bu, bu!!!” revientan en el gentío, inundan la plaza, se repiten dos, tres, muchas veces. Pero el aludido no se nota sorprendido, minutos antes del mitin ya lo habían abucheado y yo me pregunto: porque no lo quieren pues no es de aquí, ni de Cuernavaca ni de Morelos; porque no es militante ni simpatizante de Morena, como somos la mayoría de los quienes atestamos la plaza, o porque los cuernavacenses somos de plano xenofóbicos y no tragamos a los chilangos. Chi lo sá. Pero tampoco somos tan mala onda, de modo que los gritos de “¡españolete!” y “¡gachupín!” con dedicatoria a José Manuel Sanz se pierden en el ruido ensordecedor de la muchedumbre o despiertan carcajadas de broma entre los periodistas apiñados en medio del mitin. Hecho lo cual, confirmados los apoyos a estudiantes, las pensiones a los viejos de setenta y tantos en adelante y condicionada la revisión a las finanzas universitarias para luego respaldarlas, Andrés Manuel da por concluida su enésima visita a Cuernavaca, en esta ocasión dentro de la gira de agradecimiento del voto que despliega por todo el país. Mientras, Cuauhtémoc calla. Para sus adentros quizá reconoció con la humildad que no ha mostrado que se equivocó cuando presumió que no fue gracias a los votos de Morena que ganó la elección de gobernador; tal vez la rechifla del jueves lo hizo caer en la cuenta de que haber venido de la Ciudad de México a gobernar Morelos no le será tan fácil como jugar una “cascarita” de fútbol en su antiguo Tepito. Y una más: que Andrés Manuel, el del slogan de “amor y paz” y la unidad, tolera que en el gabinete de Cuauhtémoc escaseen los lopezobradoristas auténticos, que abunden los “chapulines” del PRI, el PRD y el PAN y que haya uno que otro ex futbolista chilango:  José Manuel Sanz Rivera, titular de la oficina de la gubernatura; Pablo Héctor Ojeda Cárdenas,secretario de gobierno; Alejandro Villarreal Gasca,  de Hacienda; Mirna Zavala Zúñiga, secretaria de Administración; Margarita González Saravia Calderón, de Cultura; Guillermo López Ruvalcaba, Desarrollo Agropecuario; Gilberto Alcalá Pineda, Desarrollo Social; Ana Cecilia Rodríguez González, Economía; Luis Arturo Cornejo Alatorre, Educación; Víctor Mercado Salgado, Movilidad y Transporte; Fidel Luis Giménez-Valdés Román, Obras Públicas; Samuel Sotelo Salgado, consejero jurídico; Marco Antonio Cantú Cuevas, secretario de Salud y etcétera, etcétera. ¡Viva la reconquista!.. (Me leen después).

 

Por: José Manuel Pérez Durán

jmperezduran@hotmail.com

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