Para el correcto funcionamiento de los estacionamientos públicos de Cuernavaca, la “normatividad” –esa palabreja tan usual en el oficialismo– desglosa un rosario de reglas, entre otras, que las plazas comerciales deben dar una hora de estacionamiento gratis y que éstas pueden aumentar hasta tres horas, dependiendo de la categoría del establecimiento; que los establecimientos que violen esta disposición podrán ser sancionados e incluso perder la licencia de funcionamiento. Amenazante, el anuncio lo lanza Marcos Manuel Suárez Gerard, secretario de Desarrollo Económico y Turismo de Cuernavaca. Tipifica las características de los estacionamientos, entre otras, los edificios o locales techados con pisos de concreto, drenaje, techados y bardas, o sea, en la mayoría de los supermercados. Llama la atención que Suárez mencione “el Reglamento” de Estacionamientos Públicos de Cuernavaca. ¿Se trata del mismo reglamento que en 19911994 promulgó el desaparecido presidente municipal de Cuernavaca, Luis Flores Ruiz? Si no es el mismo, para el caso resultan casi iguales...
En Cuernavaca la operación de estacionamientos públicos se ha dado en un juego de valores entendidos con la autoridad. Cobros indebidos, instalaciones inadecuadas e irresponsabilidad en el resguardo de vehículos han sido la constante de esos negocios cuyo funcionamiento está inútilmente regulado en la capital morelense desde hace tres décadas. El Reglamento de Estacionamientos Públicos data de junio de 1994, pero, si supuestamente no ha prescrito, en la práctica es letra muerta. Establece la obligatoriedad de cobrar una tarifa autorizada por el Ayuntamiento, según la categoría del establecimiento: por hora, el equivalente al 35% del salario mínimo general para los de primera categoría, 30% para los de segunda y 20% para los de tercera. De acuerdo a las tres clasificaciones, los cobros por hora no deberían exceder de 16, 14 y 10 pesos. Asimismo, el viejo documento especifica que el cobro de la primera hora debe ser total, aun cuando el vehículo permanezca sólo unos minutos estacionado; proporcional de la segunda hora en adelante, dividido según el tiempo transcurrido. Están obligados a otorgar una tolerancia de 0 a 10 minutos sin costo para el usuario, a cobrar el equivalente al 50% del costo total de la hora y de 31 a 60 minutos la hora completa. Pero además de que por años ningún estacionamiento ha cumplido esta disposición, con cinismo insultante sus letreros advierten: “no hay tolerancia de minutos”, en lugar de anunciar en un sitio visible las tarifas,
como exige el reglamento inútil. Pocos clientes de estos negocios lo saben, pero también está prohibido aplicar un cobro adicional cuando pierden el comprobante, en cuyo caso sólo puede exigírseles que acrediten la propiedad del vehículo. Otra disposición en vano incluidas en el ticket es contar con una póliza de seguro expedida por compañía autorizada, que “garantice el pago a los usuarios contra todos los riesgos y daños”, incluyendo accidentes, robo total, abuso de confianza, incendios, entre otros. Pero, desfachatados, los dueños de los estacionamientos aclaran en el reverso de los comprobantes que no se hacen responsables por este tipo de percances. De manera asimismo inútil, el añejo documento dice que la violación del reglamento falido prevé multas que por estos días le caerían de perlas a las finanzas exiguas del Ayuntamiento. Un desorden, pues, imposible de resolver… (Me leen mañana).
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