El arranque de la Guardia Nacional (GN) no está resultando fácil. Algunos incidentes circularon ayer en redes sociales. Una nota alertó sobre la inconformidad de elementos de la Policía Federal (PF). Señaló que tomaron el Centro de Mando en la Ciudad de México, porque les van a dejar de pagar el bono que recibían cuando estaban desplegados, y debido a que al darlos de baja perderían la antigüedad en sus puestos. Reacciones al nacimiento de la GN eran de esperarse, de carácter laboral la de este miércoles en la capital, y previsibles las del crimen organizado ¿dónde? Pero de que deberán resolverse paulatinamente no hay duda, como gradual será el número de elementos de la nueva corporación que lleguen a Morelos. Por lo pronto 450 este martes, y después más para un total de 900 que se sumarán a los miembros de la PF que de tiempo atrás se hallan aquí. Estos, más los elementos de la Policía Morelos y los soldados de la 24ava. Zona Militar, numéricamente conforman una fuerza anti crimen como no había existido en Morelos. La lógica indica que sus resultados no serán de un jalón, inmediatos, vaya, como desea desde tiempo atrás viene demandando la sociedad, pero sí lo más pronto posible. De acuerdo a lo informado en días recientes, las bases de operación de la GN estarán en Cuernavaca y en Cuautla, avispado el alcalde de Yautepec, Agustín Alonso Gutiérrez, quien luego, luego anunció que ha donado un predio para la construcción de instalaciones de la GN…14 agosto 2018 GROSSO modo, en Morelos existe un parque vehicular de cerca de 700 mil unidades, es decir, unas tres personas por cada automotor a partir de una población de cerca de dos millones de habitantes (exactamente un millón 920 mil 350 en 2016, según el INEGI, más lo que haya aumentado). El cálculo considera los vehículos con placas de Morelos, y también los que se desplazan en el territorio estatal con láminas de otras entidades, sobre todo Guerrero, el estado de México y CDMX. Lo anterior debería alarmarnos por la emisión de contaminantes a la atmósfera, problema para el que la situación orográfica de Cuernavaca permite que los vientos “barran” con las partículas suspendidas de bióxido de carbono, ventaja que no tienen en el Valle de México, donde las serranías impiden esa limpieza con la regularidad requerida. Por ese lado la vamos librando. El asunto del parque vehicular de Morelos es de otra índole: dicho sin ambages, estamos en el punto crítico de resolver una cuestión que nos debimos plantear hace más de cuarenta años, pronosticada fatalmente en la película setentera “Cuando el destino nos alcance”, con Charlton Heston. Eso parece habernos sucedido en materia de vialidades urbanas, suburbanas y federales. Ya no hay para dónde hacerse, salvo la zona poniente. Hacia allá parece apuntar la necesidad de expandir la concentración urbana y el desfogue de las arterias, porque Cuernavaca ya no da para más. Con la capital se incluyen los cinco municipios que integran la todavía no formalizada del todo Zona Metropolitana del Valle de Cuernavaca (Temixco, Jiutepec, Xochitepec, Tepoztlán y Huitzilac) como parte de la gran concentración. Se han ensanchado calles y carreteras ya existentes, pero no se han construido nuevas, mientras, como ya vimos, el número de vehículos ha crecido exponencialmente. Si a principios de los años veinte, al término de la Revolución Mexicana había uno o dos coches Ford Modelo “T”, de los pocos que se habían aventurado por la carretera de diligencias de Tlalpan y Topilejo a Huitzilac y Cuernavaca, cien años después por las arterias de asfalto de Morelos circula más de medio millón de automotores, esos “patas de hule” que ya no tienen por dónde desplazarse sin atizar el caos del tráfico citadino. Nada más hay que checar puntos en un día normal de clases, como la subida a Chalma, El Polvorín, avenida Diana y, por supuesto, el viejo libramiento México-Cuernavaca que efectivamente debería nombrarse Paso Exprés pero no porque la circulación sea rápida, sino habida cuenta la rapidez con la que produce muertos y heridos. La única opción al problema es que las vialidades se expandan en el lado poniente de Cuernavaca, porque ya no hay para dónde hacerse hacia los otros tres puntos cardinales y, aunque insuficiente, para allá apunta el puente que se levanta abajo del Polvorín, pero, han sido tan relentos los trabajos de construcción, que el día en que finalmente sea inaugurado habrá que bautizarlo como El Puente Tortuga… (Me leen mañana).

José Manuel Pérez Durán

jmperezduran@hotmail.com

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