En ese momento presidenta electa, en julio anterior Claudia Sheinbaum Pardo anunció su proyecto de construir tres nuevas rutas de trenes de pasajeros: el AIFA (terminal del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles)-Pachuca, el México-Querétaro-Guadalajara y el Tren México-San Luis Potosí-Monterrey-Nuevo Laredo. Semanas después, detalló algunos puntos de la reforma al artículo 28 constitucional sobre la recuperación de este medio de transporte por parte del Gobierno Federal, y en este contexto es que la gobernadora Margarita González Saravia ha anunciado que buscará impulsar el tren de carga. Dijo que en la zona centro del país hay mayor posibilidad de movilidad, por lo que no se contempla un tren de pasajeros, pero en Morelos no está funcionando el tren de carga de Cuautla a Los Reyes la Paz, Estado de México. Y además, ese tramo está concesionado a la empresa privada Ferromex, por lo que hay ver la posibilidad de echar a andar nuevamente el tren de carga y revisar si es viable económicamente.
La aparición del tren en Cuernavaca fue un acontecimiento social y político. Cuentan las crónicas de 1896 que se sembraron cientos de eucaliptos y sabinos en los alrededores de la Estación, de los cuales todavía sobreviven unos cuantos en “la ciudad perdida” de los Patios de la Estación. Se construyó el parque Melchor Ocampo, bautizado como “Carmen Romero Rubio” en honor a la esposa del hombre que se encontraba en la cúspide de su poder… y a punto del derrumbe. Se ofreció un opíparo banquete en los parajes de los años más tarde extintos manantiales de Gualupita, y enseguida el corte de listón en el puente y jardín Porfirio Díaz. En su tiempo, “El Puente del Porfirio”, como es conocido por los cuernavacenses, fue un adelanto de ingeniería, pues está en la parte más profunda y cerrada de la barranca de Amanalco. Inaugurada la avenida Leandro Valle, se convirtió en la única calle plana de la capital morelense. Pero no se crea que en materia de ferrocarriles todo fue a partir de Porfirio Díaz. La historia de los ferrocarriles se remonta a los primeros tiempos del México Independiente, unos años después de que en Inglaterra se pusiera en servicio, en 1830, el primer tren de pasajeros entre Manchester y Liverpool. Otros y el desaparecido historiador Valentín López González consignaron la llegada a Cuernavaca de la primera locomotora, en 1897, inaugurada la estación del ferrocarril por Porfirio Díaz que en la misma ocasión cortó el listón inaugural del puente que hasta hoy lleva su nombre. Privatizado un siglo después Ferrocarriles Nacionales de México (Ferronales) por Ernesto Zedillo, uno de los peores presidentes de México, desapareció el tren México-Cuernavaca-Balsas, cayó en el abandono la casona donde estuvieron la taquilla y la sala de espera, fue invadido el tramo de vía que corría en el costado norte de la avenida Plan de Ayala y el asentamiento humano de Los Patios permaneció en la irregularidad, hasta que, por petición del alcalde Francisco Antonio Villalobos Adán, en octubre de 2020 fue regularizado por el expresidente Andrés Manuel López Obrador…
En México el, reclamo es añejo, de que los sistemas de trenes de países como Estados Unidos, India, Brasil y la Comunidad Europea nos gritan a la cara que en México se dejó morir al noble transporte ferrocarrilero, por pura negligencia. Como transporte de carga y de pasajeros, además de factor de promoción y activación del turismo, los trenes son garantía de comodidad, seguridad y atractivo para las personas. Los traslados de mercancías, materias primas y manufacturas de todo tipo son onerosos, con largos periodos de arribo a su destino, y no se diga la gran cantidad de accidentes carreteros que provocan pipas, contenedores y cajas que arrastran los tráileres… (Me leen mañana).
