Ama­rrado a un poste, el hom­bre de entre 30 y 35 años fue gol­peado por veci­nos de la calle Cua­tro Cami­nos en la colo­nia Anto­nio Barona, la tarde del vier­nes ante­pa­sado. Por ratero, acusó el vecin­da­rio que le puso dos car­tu­li­nas diciendo: “Esto me pasó por andar asal­tando. Aquí soy ‘La Rata’ y esto les va a pasar a todas las ratas. Así van a que­dar”. El indi­vi­duo fue res­ca­tado por poli­cías. No es la pri­mera vez que sucede un lin­cha­miento en More­los…

Medio­día del 31 de julio de 2018. Un sujeto llega al pue­blo de Tetela del Vol­cán. Es moreno, joven y viste una pla­yera azul tur­quesa. Des­pués se sabrán sus gene­ra­les: Ricardo Alonso Lozano Riva, de 33 años y nacio­na­li­dad colom­biana. Con­duce un Chev­ro­let Spark modelo 2016 blanco con pla­cas de More­los y al pare­cer pro­pie­dad de una arren­da­dora que poco más tarde será incen­diado. El extran­jero es ase­gu­rado por hom­bres del lugar que lo acu­san de cobrar piso. ¿La inter­cep­ción sur­gió de forma espon­tá­nea o ya lo espe­ra­ban? Le orde­nan que des­cienda del auto, lo escul­can y, ¡sor­presa!, le encuen­tran 80 mil pesos que dedu­cen son pro­ducto de la extor­sión. Apa­re­cen varios ele­men­tos de la Poli­cía More­los que se hacen cargo del pre­sunto delin­cuente, así que lo lle­van a la coman­dan­cia ubi­cada en el pri­mer piso del Pala­cio Muni­ci­pal. El gen­tío lo acusa de ser uno de tan­tos pres­ta­mis­tas colom­bia­nos que ejer­cen el método de los prés­ta­mos que cre­cen poco a poco y lle­gan a sumas estra­tos­fé­ri­cas e impo­si­bles de pagar por los deu­do­res que aca­ban per­diendo hasta la camisa. Enar­de­ci­dos, los luga­re­ños se apo­de­ran del colom­biano que les fue entre­gado por los poli­cías. Lo atan a la asta ban­dera de la pequeña plaza de armas, donde el moreno pelado casi al rape es gol­peado hasta cau­sarle la muerte. Para enton­ces son poco más de las tres de la tarde, pero toda­vía debe pasar una hora más para que lle­gue el per­so­nal de la Fis­ca­lía, cer­ti­fi­que el deceso del extran­jero y el cadá­ver sea subido a la batea de una camio­neta pick up que lo tras­la­dará al Ser­vi­cio Médico Forense. Hacía sema­nas que habi­tan­tes de Ocui­tuco, Zacual­pan y Temoac eran ame­na­za­dos por ban­das de extor­sio­na­do­res que cobra­ban “dere­cho de piso”, de manera que, avi­sa­dos de la reten­ción del colom­biano, se tras­la­da­ron rápi­da­mente a Tetela para aña­dirse a la muche­dum­bre que acabó lin­chán­dolo. No fue la pri­mera oca­sión que este pue­blo vecino del Popo­ca­té­petl dio de qué hablar. En agosto de 2011, si la gente no lin­chó a cinco secues­tra­do­res –cua­tro mas­cu­li­nos y una feme­nina– fue por­que no quiso o sólo qui­sie­ron asus­tar­los para que “can­ta­ran”. Las imá­ge­nes del video tele­vi­sado mos­tra­ron a un gen­tío indig­nado, pero sin salirse de con­trol, lo cual no es común en este tipo de situa­cio­nes, y a un hom­bre micró­fono en mano haciendo fun­cio­nes de “mode­ra­dor”, diri­gién­dose a cien­tos, con­du­ciendo el inte­rro­ga­to­rio. Ama­rra­dos al asta de la ban­dera del zoca­lito, des­nu­dos, ate­rra­dos, sin­tién­dose en la ante­sala de la muerte y con la lum­bre lle­gán­do­les a los apa­re­jos por la fogata cir­cun­dante que les arri­ma­ron a los pies, los delin­cuen­tes des­pe­pi­ta­ron sus crí­me­nes. La con­clu­sión del jui­cio suma­rio con­firmó a los cau­ti­vos como secues­tra­do­res y homi­ci­das. Des­pués se sabría en Cuer­na­vaca que el pue­blo de Tetela y de otras comu­ni­da­des del rumbo se habían orga­ni­zado como cuer­pos de poli­cías comu­ni­ta­rios. Mien­tras tanto, en Cuer­na­vaca se comen­taba: “están desar­ma­dos, pero equi­pa­dos con radios vigi­lan, reco­rren valles y bos­ques para detec­tar a tala­mon­tes y sos­pe­cho­sos de otros deli­tos”. Todo por­que enton­ces y hoy la auto­ri­dad no ins­pira con­fianza a la socie­dad… (Me leen mañana).

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