Llegó de pronto, sin previo aviso porque en Cuernavaca no hay alerta sísmica que avise, como sí la hay en la ciudad de México. Primero, quedito por dos o tres segundos, y enseguida fuerte, fortísimo como jamás habíamos sentido uno en Cuernavaca. Ni el del 19 de septiembre de 1985, hacía justo treinta y dos años. Luego cada quien contó cómo le fue en el sismo. Sentado a la computadora, no terminé de escribir el Atril para la edición del día siguiente. Tras la sensación de que algo se movía y una especie de mareo, la deducción instantánea: ¡está temblando! Me paro y escucho el grito confirmador de mi mujer: ¡está temblando! Corremos hacia la salida de la casa. Maula, nuestra gata, pasa por entre los muebles corriendo frenética, huyendo de lo que ignora pero que claramente percibe como una situación ominosa. Permanecerá el resto del día refugiada abajo de mi cama, y no saldrá ni para comer sino hasta ya entrada la noche. Incapaces de mantenernos de pie, nos recostamos en el piso del estacionamiento del condominio. Yo veo que se mueven los coches, como si hombres invisibles los zarandearan asiéndolos de las llantas. También que se zangolotea la fila de casas, todas, la mía y las de los vecinos en una danza macabra. El temblor dura segundos que se hacen eternos. Finalmente termina como empezó, leve, mucho menos intenso. ¿Ya acabó? Parece que sí. Nos reincorporamos y entramos a la casa. Tango, nuestro bóxer de tres años, nos mira interrogante, con ojos azorados de díganme qué pasó. Pues un temblor. Y un torbellino que tiró fotos, platos, copas, botellas, floreros, libros, revistas; que volteó de cabeza la despensa y abrió cajones de muebles. Cuatro de la tarde. La fila de coches se extiende varios kilómetros: de la esquina Francisco Bocanegra a Las Guacamayas circulan en sentido norte-sur, lentos, a vuelta de rueda. Usan la avenida Palmira porque algo ocurrió en el Paso Express y van al Polvorín por la avenida Estado de Puebla, a Temixco por Burgos, a Zapata y Jiutepec por Lomas de Cuernavaca. Pienso: para no variar el Paso Express que sirve para maldita la cosa. Yo me dirijo al norte, ya estoy a la altura de Rufino Tamayo y a mi paso por Palmira no vi ninguna casa o tienda que tuviera luz. De hecho, media ciudad o más está sin energía eléctrica y pasarán horas para que regrese la luz. Busco un restaurante para comer. Encuentro cerrados uno en Domingo Diez y otro en la cuesta de Emiliano Zapata. Un empleado de otro que tampoco está dando servicio explica que “es por seguridad”, que lo revisaron y por fortuna no encontraron cuarteaduras. Aparentemente todos los restaurantes están cerrados. Cuernavaca semeja una ciudad fantasma. Usualmente transitadas a esa hora, en muchas calles se ven pocos coches y los peatones brillan por su ausencia. El temblor de hace apenas ciento ochenta minutos provocó un estupor del que aún no sale la población. Todos comentan: estuvo fuertísimo. La radio señala que afectaciones hubo en una radioemisora ubicada en un costado del edificio Latino Americana, pero no que se cayó el edificio como había corrido el rumor en las redes sociales. Los grupos de what sapp intercambian información, reproducen imágenes de uno de los torreones del Palacio de Cortés que resultó dañado. Los datos han fluido poco a poco, a partir de que el epicentro del sismo fue ubicado en Axochiapan (que se sepa, en Morelos nunca había habido centro de temblor alguno); del informe de que el municipio más dañado es Jojutla y a esa hora el saldo oficial suma 55 personas muertas e incontables los daños materiales en trece de los 33 municipios. Al día siguiente por la mañana el gobernador Graco Ramírez sale a informar que hay contabilizados 69 decesos y 196 heridos en Morelos; que no hay personas atrapadas (en casas o edificios derrumbados) y que todos los muertos ya han sido identificados. Hay más de 20 mil viviendas con daños en diversos grados y al menos 10 escuelas muy afectadas. Los municipios más perjudicados son Jojutla, Tlayacapan, Axochiapan y Tepalcingo, pero los 33 están declarados en contingencia. De su parte, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, ha informado que tres horas luego del sismo el número de personas muertas asciende a 224: 117 en la Ciudad de México, 39 en Puebla, 12 en el estado de México, una en Guerrero y 55 en Morelos… Ayer, a dos años del temblor, en “la mañanera” del presidente Andrés Manuel López Obrador se dijo: aunque el gobierno anterior aseguró que la reconstrucción era del 29% en realidad sólo fue del 21. Y en Cuernavaca, Gerardo Becerra Chávez, el asesor anticorrupción gubernamental, declaró el martes que no hay pruebas documentales sobre dónde quedaron 200 millones de pesos del Fideicomiso de Competitividad y Productividad. Dos años antes, en julio de 2017 el Poder Judicial había una orden de aprehensión contra Becerra por el delito de fraude específico con la venta de una casa cuyo enganche habría cobrado pero presuntamente se lo quedó pues no lo entregó a la dueña del inmueble. Pero ese fue apenas un temblorcito político… (Me leen mañana).

 

José Manuel Pérez Durán
jmperezduran@hotmail.com 

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