Hubo un tiempo en que era común citar a Cuernavaca como residencia temporal de personajes famosos del arte, la cultura, la farándula, los negocios. Muchos de ellos fueron de sobra conocidos, como la diva María Félix, la tormentosa Irma Serrano, los pintores Rufino Tamayo y Diego Rivera, los escritores Luis Spota, Ricardo Garibay y José Agustín, sin contar políticos de toda laya y hasta alguno que otro capo del narcotráfico...
Hipócrita, la derecha no se inconformó porque el gobierno de México asilara al Sha de Irán, un dictador y asesino. Al contrario: la visita del monarca le pareció “nais”, “encantadora”, como de cuento de las mil y una noches. Procedente de Nassau (Bahamas), Mohamed Reza Pahlevi llegó a Cuernavaca el domingo 10 de junio de 1979. Aterrizó en suelo mexicano en un avión propiedad de Bancomer, con su esposa Farah Diba y su hijo Reza Ciro Pahlaví. Además de un equipaje voluminoso, trajo a dos perros, uno de ellos gran danés. El “Washington Post” reveló que el día que el Sha abandonó Irán, Henry Kissinger, el poderoso secretario de estado de Estados Unidos, presionó a las autoridades mexicanas para que le concedieran visado de residencia temporal, y que David Rockefeller, el presidente del Chase Manhattan Bank de Nueva York, intercedió ante el presidente de México, José López Portillo, en favor del personaje iraní. Derrocado en febrero de 1979 por la Revolución islámica, huyó del nuevo régimen del ayatolá Ruhollah Jomeini, ante lo cual el gobierno estadounidense presionó para que México le concediera asilo. Se instaló en una mansión de la privada Primavera de la avenida Palmira. A los cuernavacenses no les sorprendió que los visitara un famoso, muchas celebridades venían constantemente: actores y actrices, pintores, escritores, políticos en retiro. Poco trascendieron entre los cuernavacenses las excentricidades del ex monarca iraní, y fue hasta pasado un tiempo que el personaje como de fábula suscitó notas fantásticas y quién sabe si ciertas del todo, como esta de una publicación argentina que reseñó: “Platos bañados en oro, 72 guardaespaldas y una exclusiva mansión: el exilio en México del último Sha de Irán. Una anécdota que ha trascendido es una cena en honor del Sha que fue organizada en la Casa Morelos (la residencia oficial del Gobierno del Estado) que se preparó durante semanas con la asesoría de chefs estadounidenses y alimentos y vinos comprados en el extranjero trasladados a México en avión privado. El menú incluyó cuatro tiempos: ofreció carne, pescado, champagne y los maridajes de vino adecuados para cada platillo. El Sha llegó enfermo y lo único que pidió comer fue un yogurt con berries. El problema fue hallar un recipiente de plata
para servirle la cena. Por la hora era ya casi imposible ir a comprarlo en algún lugar, por lo que se improvisó un tazón de plata que alguien tenía para poner cigarros. Lo lavaron, desinfectaron y ahí le sirvieron el yogurt. En aquella cena deslumbró Farah Diba, quien llegó con un vestido negro largo, un collar y unos pendientes de diamantes. ‘Llevaba todo el dinero ahí’, comentó uno de los invitados. Al emperador y a su hijo sólo se les podía ver públicamente en dos lugares: en el Racket Club, donde jugaban tenis, y el restaurante del hotel ‘Las Mañanitas’, famoso por dar hospedaje a celebridades como un joven príncipe, Felipe de España, y la actriz Marilyn Monroe, entre otros...”. Aparentemente enfermo de cáncer desde que llegó a Cuernavaca, el Sha moriría en El Cairo, Egipto, el 27 de julio de 1980…
(El tema de personajes famosos en Cuernavaca continuará… Me leen mañana).
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