Es la hora en que los alcaldes electos deben estar ocupados en la elaboración de sus programas de trabajo. De lo contrario les va a ganar la improvisación y de nueva cuenta los siguientes podrán ser tres años perdidos en la solución a los grandes problemas de los municipios. Se supone que el primer día del año 2022 los cabildos deberán estar con el carro afinado y arrancar sus propuestas en una visión de trabajo coordinado desde la perspectiva de las zonas metropolitanas: Primera: Huitzilac-Cuernavaca-Temixco-Jiutepec-Zapata-Xochitepec; segunda: Jojutla-Zacatepec-Tlaltizapán-Tlaquiltenango, y tercera: Yecapixtla-Cuautla-Ciudad Ayala. Pero solamente se supone. Hay una serie de fenómenos que los cabildos deben asumir en forma conjunta, hacer a un lado el hecho de que provienen de diferentes fuerzas políticas para que puedan ofrecer soluciones reales a los gobernados. Dos ejemplos de constante actualidad y riesgo: la seguridad pública y la disposición final y sustentable de los desechos sólidos. Uno ha sido abordado por sendas administraciones estatales con la policía de mando único, y el otro representa un gran negocio pero quién sabe si una solución. Aparte las polémicas que los dos asuntos suscitan, el hecho es que el Gobierno Estatal y los cabildos deberían estar en la sintonía de soluciones, no de forma aislada ni cada uno jalando por su lado. Otro ejemplo que tampoco se limita a la visión de zonas conurbadas, sino de un “corredor de riesgo” de carácter económico e inseguridad: la declaración de la alerta de género en municipios cuyos cabildos no acaban de ponerse de acuerdo para abordar la situación espinosa de los giros “rojos” y “negros” en donde la delincuencia organizada mantiene cotos de poder, trata de blancas y explotación de mujeres. Atacar los problemas citados forman parte de las obligaciones constitucionales de los ayuntamientos para con la población. Pero siendo deberes que debe cumplir “de cajón”, muchas veces ni así los cumplen. Aquí vamos a mencionar algunos “tesoros escondidos”, la clase de recursos históricos y arquitectónicos requeridos de atención pero como no son urgentes están relegados al olvido. Corresponden a la identidad de pueblos y ciudades: sitios y joyas arquitectónicas o naturales que los próximos cabildos pueden recuperar, pero sólo con el respaldo del Gobierno Estatal y la federación. La lista es extensa, así que por ahora tratemos la capital. Dada la urbanización imparable, se nos olvida la existencia de los doce pueblos de Cuernavaca: Santa María Ahuacatitlán, Tetela del Monte, Buena Vista del Monte, San Lorenzo Chamilpa, Tlaltenango, Ocotepec, Ahuatepec, Amatitlán, San Juan Chapultepec, Acapantzingo, Atlacomulco, Chipitlán. Confundidas como barrios o colonias, la mayoría de esos pueblos conservan usos, costumbres y tradiciones que son un sincretismo –como ocurre en todo el país– entre las creencias prehispánicas y coloniales adaptadas a las exigencias y características de cada época histórica. Hoy, que el desarrollismo urbano hizo presa a estos pueblos, es necesario rescatar todo su acervo para convertirlo en motivo de fortalecimiento de su identidad y como parte de una integración sustentable a la vida capitalina. Para lograrlo no es estrictamente necesario pretender que algunos sean designados como “pueblos mágicos”. Pero sí en cambio se puede y debe trabajar en el mejoramiento de su imagen arquitectónica, en el reforzamiento de sus ferias tradicionales, en la identificación y rescate de sus valores autóctonas en materia de arte, artesanías y cultura propias… Veremos… (Me leen después).

Por: José Manuel Pérez Durán jmperezduran@hotmail.com 

 

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