Cuarenta y siete años atrás, las y los que trabajábamos en el Diario de Morelos no imaginamos al compañero Juan Emilio Elizalde Figueroa convertido en el flamante magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia, cargo del que tomó posesión el sábado anterior. Juan Emilio era reportero y columnistas del Diario de Morelos; escribía “Apuntes estudiantiles”, la columna de la que iré más atrás si digo que en la década de los sesenta originalmente fue pergeñada por Efraín Pacheco Cedillo en otro Diario de Morelos cuyas oficinas y talleres estaban en la esquina del boulevard Juárez y la calle Las Casas. Del equipo fundador sobrevivimos el fotógrafo Lucio Lara Juárez, yo y algunos otros que escapan a mi memoria. Otros hace años que se nos adelantaron en el viaje sin retorno, como el propio Efraín, quien fue jefe de redacción y director de este periódico; Jorge Ortiz Lagunas, Alejandro Campos, Oscar Ceballos Fernández, Panchito Arana, Rafael Lizardi, José Luis Rojas Meraz, Jorge Mejía Lara y Jorge Reynoso Mangino. Juan Emilio Elizalde trabajaba y cursaba la carrera de licenciado en derecho en la Universidad de Morelos, pasando sucesivamente por los cargos de subprocurador regional de la Procuraduría General de Justicia de Morelos, director de la Defensoría Pública, director jurídico del Instituto de Vivienda y coordinador estatal del Programa Nacional de Empleo. El tiempo no corre, vuela…

Juan Emilio fue amigo cercano del gobernador Lauro Ortega Martínez, lo que trae a cuento esta anécdota: En la primavera de 1982 don Lauro era el candidato del PRI a gobernador de Morelos. Andando en campaña encontró dividido al pueblo de Atlatlahucan. Cada facción tenía su candidato para la alcaldía, y no había forma de ponerlos de acuerdo. Se reunió con ambos grupos, por separado y en distintas ocasiones, pero en vano. Urgía un acuerdo, pues se acercaba la fecha del registro de candidatos a presidentes municipales. Entonces al habilidoso político se le ocurrió una “jugada”, con un toque de genialidad y, vale decir, una pizca de perversidad. La señora Elena Villanueva militaba en un grupo y en el bando opuesto el alcalde saliente, Severino Prado. Del par de cincuentones en el pueblo se rumoraba que de jóvenes habían sido novios… y en esa conseja popular Ortega halló la clave de la solución. Los mandó llamar al hotel Casino de la Selva, donde solía despachar, de alguna manera consiguió que fueran encerrados en una habitación y les advirtió que no saldrían de ahí hasta que se pusieran de acuerdo. Por supuesto siguieron peleados, pero ante la “amenaza” de que en Atlatlahucan se sabría que habían compartido un cuarto de hotel, hicieron de tripas corazón y consintieron a un candidato que no fuera ni de uno ni de otro grupo. Desafortunadamente, pocos meses después de que el nuevo alcalde tomara posesión del cargo llegó la feria de Atlatlahucan y, ebrio, se le ocurrió treparse en la rueda de la fortuna, se cayó desde lo más alto y se mató. Enterado del accidente, Ortega dijo, mordaz: “esto no lo puedo resolver…”

Pero una comunidad más pequeña que se llama Los Elotes (San Miguel de los Elotes) y está situada en el municipio de Tlaquiltenango, a 13 kilómetros de la cabecera, en el arranque de los ochenta tenía más o menos 90 habitantes. Era un puñado de casas que se desparramaba en un valle chiquito, fértil, húmedo y caluroso, en medio de la nada. En 1982 estuvo ahí un ratito el candidato a gobernador Lauro Ortega Martínez, quien se jactaba de haber visitado “los 400 pueblos de Morelos”. A Los Elotes llegué con el fotógrafo Lucio Lara Juárez, en un Volkswagen safari destartalado que amenazaba desbaratarse en el zangoloteo de la brecha bordeada por los zaguaros de la selva baja caducifolia que se extiende hasta el estado de Guerrero. Imponente el paisaje y abundante la flora, en esa zona deambula el venado y caza el jaguar, o cazaba, cuando ejemplares del felino más grande de América y políticos-políticos había... (Me leen mañana).

Las opiniones vertidas en este espacio son exclusiva responsabilidad del autor y no representan, necesariamente, la política editorial de Grupo Diario de Morelos.

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