Puede ser que el Paso Exprés sea una de las obras más famosas de Cuernavaca, pero no por bien hecha sino todo lo contrario. Ni la autopista Miguel Alemán, del viejo Distrito Federal a la Ciudad de la Eterna Primavera, fue tan mentada cuando era construida en la década de los cincuenta. Extitular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), la memoria de Gerardo Ruiz Esparza carga con el estigma no sólo de haber consentido, también celebrado y presumido este adefesio. Cinco meses tardaron los trabajos para la reparación del socavón que se abrió el 12 de julio de 2017 e hizo tristemente célebre a esta vialidad tras engullir a dos personas con todo y coche, padre e hijo, Juan Mena López y Juan Mena Romero, al caer con su auto en un socavón en el kilómetro 93+600.Reabiertos en los últimos días de 2018 los carriles laterales en el tramo Chipitlán-Polvorín, se hizo obvio que los accidentes seguirían ocurriendo hasta que el Paso Mortal fuera modificado, pero que ello no sucedería sino hasta que Enrique Peña Nieto y Gerardo Ruiz se fueran al basurero de la historia, donde están. Y en 2018 llegaran otro presidente de México y otro jefe de la SCT, para eliminar los carriles centrales, separarlos con una sola barrera de contención y con espacio suficiente en los acotamientos que los “genios” del peñanietismo olvidaron, así como accesos y entradas a la ciudad, de tamaño amplio y no los callejones que provocaron alcances, volcaduras y choques. Luego de sesenta años de haber sido construido, el libramiento fue sustituido por el Paso Exprés, donde los problemas no se hicieron esperar. Entonces titular de la SCT, Gerardo Ruiz Esparza se comprometió a que en año y medio estaría lista la ampliación a diez carriles, angostos, apretados, peligrosos, pero se venció el plazo y cuando al fin quedaron terminados la reincidencia de accidentes le ganó el mote de Paso de la Muerte. A los dieciocho meses del inicio de la transformación del viejo libramiento ya había arrojado una treintena de accidentes y las muertes de ocho automovilistas.En julio 2017, objeto de críticas coincidentes porque que el Paso Exprés fue hecho con las patas, Gerardo Esparza repartió culpas al Gobierno del Estado. “Lord Socavón”, le puso el vulgo, al anunciar la construcción de un muro en el lugar de socavón, propuesta a cambio por el gobierno local un puente grande y resistente que nunca hicieron.

Y así hasta el pasado 26 de junio, cuando representantes de la SCT y de Banobras realizaron un acto en Plaza de Armas de Cuernavaca por las muertes ocurridas durante la construcción y funcionamiento del Paso Exprés. Familiares de Ricardo Popoca Hinojosa, quien falleció el 12 de octubre de 2016 al viajar en su moto y recibir una descarga eléctrica de un cable de alta tensión que colgaba sobre la carretera, expresaron su inconformidad con la disculpa pública, no sólo porque tendrán que lidiar con la ausencia de su ser querido, sino porque continuaron los actos de negligencia, omisión e impunidad.

Otra es la visión del director de Seguimiento de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, César Eduardo Medel, quien celebró “el reconocimiento de la responsabilidad institucional de los hechos por parte de las autoridades recomendadas al haber aceptado la recomendación”. Bla, bla, bla. Pero nada dijo de que las empresas Aldesa, Epccor, Orva Ingeniería y SACC Ingeniería, que construyeron el Paso Exprés, han evadido los pagos por indemnizaciones a las familias de las víctimas de accidentes mortales en el no por nada reputado como Paso de Muerte… (Me leen mañana).

Las opiniones vertidas en este espacio son exclusiva responsabilidad del autor y no representan, necesariamente, la política editorial de Grupo Diario de Morelos.

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp