El delegado Hugo Eric Flores alaba al proyecto de la mina de oro y plata en Temixco como la posible llegada de una inversión de diez mil millones de dólares que generaría empleos. Así se pronunció recientemente. Pero a mediados de octubre anterior, la delegada de la secretaria estatal de Desarrollo Económico y del Trabajo, Ana Cecilia Rodríguez González, fue más lejos: aseguró que “el proyecto cuenta con el respaldo del presidente Andrés Manuel López Obrador”. Pero, obvia por burda la “estrategia” de la empresa canadiense versus cuyo proyecto minero subsiste la contundencia de un estudio científico de impacto ambiental, lo cierto es que AMLO no se ha pronunciado ni en pro ni en contra, y que en la 4-T la mayoría de los mexicanos –y los morelenses– no vemos a un Presidente liberal y nacionalista cobijando un negocio del conservadurismo, como es el susodicho proyecto. Frenado hace ocho años, el riesgo continúa siendo el mismo: el proyecto de la minera canadiense envenenaría la flora y la fauna en una zona de gran extensión. Dos sábados atrás, integrantes del Movimiento Morelense Contra las Concesiones de Minería por Metales ratificó su oposición a la apertura de la mina de la compañía canadiense Álamos Gold (antes Esperanza Silver). Se dirigieron al presidente López Obrador, insistieron: la explotación de la mina de oro y plata en la zona arqueológica de Xochicalco acabaría con este patrimonio cultural de la humanidad, con el agua, la salud, el medio ambiente y la vida. Rechazaron las declaraciones a favor de la mina del delegado Flores Cervantes “porque carecen de sustento y (el asunto) no le compete”. Pero, ¿cuáles son los argumentos científicos de oposición a la mina que no han desmentido quienes de pronto se han pronunciado a favor y, prudente, a propósito del cual no ha declarado el gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo? Aquí, una síntesis: de la postura invariable de la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales que componen docenas de organizaciones urbanas, campesinas y ecologistas: Los especialistas señalan que la explotación de oro de la mina a cielo abierto implicaría que el paisaje en forma general fuera impactado, en primera instancia por los desmontes y despalmes y, posteriormente, por las actividades de cortes, rellenos y conformación de apilamientos de mineral y tepetate, creando un paisaje apocalíptico. Se causaría un grave impacto al entorno natural de la zona arqueológica de Xochicalco (Patrimonio de la Humanidad) al ser devastados los cerros aledaños. En el norte de Xochicalco hay grandes cavernas cuyos inestables techos están formados por lajas horizontales de rocas que la vibración de las explosiones podría derrumbar, trayendo consigo la destrucción de una parte importante de la ciudad de Xochicalco, incluyendo a la cueva del Observatorio, ubicado al Norte de la Acrópolis. El agua, tanto superficial como subterránea, sería uno de los recursos naturales más severamente impactados, y esto no sólo por la enorme cantidad de agua que las minas de tajo abierto requieren para la lixiviación del mineral (que hacen con cianuro). El proyecto minero se encuentra muy cerca del Río los Sabinos (algunos tramos quedan incluso dentro de la poligonal del proyecto), por lo que la contaminación que generaría la mina tendría repercusiones en la biodiversidad y los recursos hídricos de toda la región. El cianuro que usaría la mina es extremadamente tóxico. Este negocio ha florecido cobijado por la corrupción, pues la extracción de cualquier metal precioso o mineral mexicano cuesta a las compañías apenas de 5 a 111 pesos ¡por hectárea! Tales empresas trasnacionales (la mayoría de capital canadiense) encuentran en México una fuente de enriquecimiento, a costa de la destrucción de nuestro país. La minería a cielo abierto es una actividad industrial de elevadísimo impacto socioambiental. Ninguna actividad industrial es tan agresiva ambiental, social y culturalmente como la minería a cielo abierto. Los inconformes, de las comunidades y pueblos de los municipios de Temixco, Miacatlán, Coatetelco y Xochitepec, señalan que viven cerca de la zona donde está el cerro de El Jumil y los terrenos en los que la empresa minera asegura que está un yacimiento de oro y plata, el cual han pretendido explotar desde hace ocho años. El estado de Morelos se encuentra en el umbral de un desastre ecológico sin precedentes. Únicamente el 17 por ciento de sus bosques y selvas originales han sobrevivido a la deforestación y anualmente se pierden entre 3 mil y 4 mil hectáreas de bosques y selvas… Y la interrogante actual ante el tema minero de Morelos: ¿han llegado a AMLO sospechas de “moches”? Más temprano que tarde, algún reportero se lo preguntará en alguna “mañanera”… (Me leen mañana). 

 

José Manuel Pérez Durán
jmperezduran@hotmail.com 

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