El gobierno de Estados Unidos, liderado por el presidente Donald Trump junto al gobernador de Florida, Ron DeSantis, inauguró este martes un centro de detención para migrantes conocido como Alligator Alcatraz. Ubicada en una pista aérea abandonada en los Everglades —aproximadamente a 80 km al oeste de Miami—, la instalación mezcla carpas y remolques para albergar hasta 5.000 personas bajo condiciones extremas.

Seguridad natural como disuasión

El sobrenombre del lugar alude a los caimanes y serpientes de la zona pantanosa. DeSantis y responsables federales justificaron la ubicación como una barrera natural para prevenir fugas. Trump incluso bromeó que a los migrantes “les enseñarán a huir de un caimán… corran en zigzag” queriendo insinuar que escapar solo les aumentaría en un 1 % las probabilidades.

Construcción acelerada y operaciones exprés

El complejo fue levantado entre 7 y 8 días utilizando poderes de emergencia y sin los estudios ambientales habituales. De acuerdo con autoridades estatales, la instalación ya funciona desde hoy, con juzgados temporales in situ para tramitar deportaciones en uno o dos días, gracias a operativos del ICE respaldados por fondos de FEMA y apoyo de la Guardia Nacional liderada por Kristi Noem.

Rechazo de activistas y comunidades indígenas

La edificación generó rechazo inmediato: activistas ambientales critican el daño al ecosistema de humedales protegido, e indígenas de la tribu Miccosukee junto a Seminoles denuncian la violación de tierras sagradas al hallarse dentro de Big Cypress Preserve. Se han presentado demandas impulsadas por grupos como Friends of the Everglades y el Center for Biological Diversity, quienes apuntan incumplimientos a la ley ambiental y a la falta de consulta pública.

Críticas y sanciones políticas

Organizaciones de derechos humanos califican el centro como “inhumano”, y miembros del Partido Demócrata han catalogado el proyecto como un “exceso de poder” y un acto populista con tintes racistas.

Alligator Alcatraz representa la cara más dura de la estrategia migratoria del gobierno de Trump: rápida, militarizada, y diseñada para ejercer máximo efecto disuasivo. La tensión entre seguridad, derechos humanos y conservación ambiental seguirá siendo central en el debate sobre su futuro.

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