La enseñanza de la arquitectura

Como ya lo hemos mencionado, la arquitectura es una importante manifestación cultural que nos permite entender la manera en que el ser humano se ha relacionado con su entorno a lo largo de la historia.  Es el hacer artístico que usa el espacio como materia prima, de acuerdo a una necesidad programática, modelándolo y conteniéndolo para hacerlo comprensible, placentero y útil al ser humano. En virtud de lo cual, el arquitecto se relaciona con el arte y la ciencia, es una mezcla entre razón y emoción, es aquel ser capaz de convertir los sueños en ideas, transformando poco a poco la creación de espacios que antes de ser realidad tan solo eran sueños intangibles.
Estos conceptos nos muestran la importancia de la formación del arquitecto como profesional y de ahí el interés de la Academia Nacional de Arquitectura, por conocer e incidir en su formación, por lo cual surgen algunas reflexiones sobre la enseñanza de esta entrañable y corresponsable profesión.
La armonía del entorno de la gente urbana, como somos la gran mayoría de la población a nivel global, está conformada por edificios, por los espacios que contienen dichos edificios y en los que éstos son contenidos. Todos, estamos en ellos y rodeados de ellos, a todos nos conciernen. Los edificios son grandes, fijos, costosos e idealmente de gran permanencia por lo que su impacto es múltiple y vital.
Todas las culturas y su arquitectura tienen un desarrollo paralelo pues tienen sus raíces en el espíritu de la humanidad y posibilitan la concreción de nuestras aspiraciones, por lo que su enseñanza y práctica son cruciales.
Quizás hoy, más que nunca, son de mayor importancia pues el desarrollo exponencial de la tecnología de las comunicaciones y de la información que de su uso resulta, han provocado y provocarán una mutación total en el comportamiento y manejo del tiempo y el espacio.
La crisis de la educación proviene no sólo de sus deficientes formas, sino de que ya no se sabe qué finalidades debe cumplir y hacia dónde orientar efectivamente sus acciones. Aquí, nos hacemos algunas preguntas básicas:
1. ¿Qué es educar?
a) Nadie enseña nada a nadie. Freud decía “Hay tres imposibles: educar, gobernar y psicoanalizar”. Lo que puede hacer un buen maestro, es despertar las inquietudes y aptitudes de lo que cada uno de sus alumnos trae consigo mismo.
b) NO debería haber calificaciones. En el mejor de los casos el alumno se auto valora y eventualmente percibe cómo va aprendiendo y esto le da la seguridad de su crecimiento como persona y como arquitecto.
2. ¿Cómo educar?
a) Enseñarlos a descubrir quiénes son y qué pueden lograr a través del hacer. Ayudando a descubrir lo que cada alumno tiene dentro para encarar los retos y resolverlos. La Universidad no puede dar ni talento ni voluntad de trabajar, eso se tiene o no. No se debe enseñar para que los alumnos aprendan, sino para que comprendan.  Más que enseñarlos a que tengan respuestas, se les debe inducir para que hagan preguntas.
b) Enseñarles una cosa muy simple = PONER ATENCIÓN.
William James habla al respecto: La mente no solo es un espejo, es una mirada que se interesa, excava, cuestiona, revela. Solo lo que noto moldea mi mente. Si no hay interés selectivo la existencia es un caos total. Solo el interés acentúa, enfatiza, da perspectiva y de él nace la conciencia. La atención sostenida hacia algo da maestría, juicio, carácter, voluntad. Si se enseña a poner atención y luego se logra que el alumno la sostenga, se puede lograr educación excelente.
Fernando Sabater dice “Educar es creer en la perfectibilidad humana, en la capacidad innata de aprender, en el deseo de saber que la anima, en que hay cosas (técnicas, hechos, valores, memorias.) que pueden y merecen ser sabidos. En que los hombres podemos mejorarnos unos a otros”.
3. ¿Quiénes se van a hacer cargo de hacerlo?
La arquitectura es una profesión-misión muy compleja. Prácticamente hay que saber de todo, tener una amplia cultura y mucha práctica. Se trata de alojar vida y hacer que ésta sea excelente, por tanto hay que saber cómo vivir y vivir bien. Definir de qué se trata la vida y qué la hace posible y digna, física, sensible, mental y espiritualmente hablando.
¿Cuál es el perfil del maestro? Primero, ser seres humanos íntegros, respetuosos y respetados, por lo que han hecho. La arquitectura no se trata de saber construir, se trata de que lo que se construye hable por sí mismo, y de ser posible que se perciba su canto.
4. ¿Quiénes van a educar al educador y cómo? La escuela es la vida y no la preparación para la vida.
Eduardo Sacriste considera que el niño y el adulto aprenden a hacer y respetar el trabajo bien hecho cuando comprenden su medio, se hacen amos de ese medio y aprecian el orden y la belleza.
Todas las preguntas sobre cómo debe ser la educación de los que tienen vocación de hacer arquitectura, de cuál sería el mejor camino para lograrla con excelencia, parten de la comprensión de la nuestra historia y de entender el momento en que vivimos. Se trata de un tema de vida, que involucra la materia principal de la educación y la arquitectura: el ser humano.
La historia de nuestra evolución, se expresa en los espacios que encierran los templos, entendiendo por ellos, los conclaves que creamos alrededor de nuestros ritos.
Dado que la arquitectura solo es cuando está edificada y sus formas, armonías y espacios tienen atmosfera y alojan estadías y actividades, la misma obra es la maestra. La arquitectura solo se aprende haciéndola y logrando que lo que se hace, tenga un valor económico y de estima siempre creciente, se adapte y represente una época que no pasa de moda, resista el paso del tiempo en condiciones estables y cada año que pase, luzca bella y respetada. Así, al arquitecto lo hace su propia obra. El fruto de la buena arquitectura solo se ve si fructifica en la vida práctica. La obra es la que habla y nos produce, empezando por a su mismo autor, sobrecogimiento y sorpresa.
Las Universidades no deberían ser juez y parte de la capacidad de los alumnos que egresan de sus aulas; debería de ser la sociedad, sus propietarios y las Cámaras y Colegios respectivos quienes otorguen el título después de un mínimo de cinco años de práctica.
Sin embargo, surgen las siguientes preguntas: ¿Deben las universidades preparar aptos competidores en el mercado laboral, o formar hombres completos? ¿Han de potenciar la autonomía de cada individuo o la cohesión social? ¿Deben desarrollar la tecnología innovadora o mantener la identidad tradicional? ¿Atenderán a la eficacia práctica o apostará por el riesgo creador?
Por ello, la idea de abrir este tema es con el objetivo no de llegar a conclusiones fijas, sino incitar un camino que está en constante cambio que no tiene final.  Los resultados dependerán de cómo transitemos ese camino.
Se plantean dos cuestiones fundamentales:
1. Los programas de educación no deben ser asunto político, la sociedad civil debe reclamar la iniciativa y convertirlo en “tema actual urgente” pues se deben implementar programas colectivos de futuro.
2. La capacidad de aprender es universal. Entender los retos que debemos afrontar nos ayuda a saber cómo habremos de formarnos para hacerlo.
Si en los últimos diez años el mundo ha tenido cambios sorprendentes, entonces tendremos que imaginar los cambios que habrá en los siguientes cincuenta años, ya que ése es el caso que hemos de considerar para preparar a los alumnos que este año están iniciando sus estudios.
Sin embargo tenemos grandes herramientas como conocer el lenguaje de la arquitectura, desarrollar nuestra conciencia y buscar verdades que existan por sí mismas que no tengan dueño y no nos hagan esclavos.
La arquitectura tiene que ser verdadera, auténtica y no parecer serlo. Esto significa ser idónea para el fin para el que fue creada, no como resultado de una elección entre alternativas sino como la única e irrefutable respuesta.
Si es verdadera, se explica por sí misma, nace desde adentro e independientemente de los aspectos, sociales, políticos, económicos y técnicos, tiene un lenguaje o ideas arquetípicas que son del común denominador de actuales y pasados grandes edificios; ideas que son susceptibles de representarse en dibujos y se entrelazan entre sí, y éstas son: estructura, iluminación natural, masa, relación entre planta y elevación, entre circulación y espacio-uso, entre unidad y conjunto, entre lo repetitivo y lo singular (ritmo y melodía), entre simetría y equilibrio, entre adición y sustracción, geometría (proyectiva) y jerarquías.
Éstas son parte importantísima de las materias que la educación de profesionales debe seriamente impartir. Hay también, y son la esencia del espacio, elementos dinámicos que no se pueden representar con realidad en dibujos como: temperatura, luz y sombra, movimiento, aromas, sonidos, tacto, la percepción del otro, en fin, lo que atañe a los 12 sentidos del hombre. Una enorme lista de material para el aprendizaje.
Además, la arquitectura tiene que ser buena, es decir, sana, que aliente la capacidad de autorrealización. Que sea motivadora, socia y cómplice de la supervivencia y el bien estar económico. Alentando el aprovechamiento de energías y materiales naturales, comprensión y respeto del medio ambiente, y  crear  afectos y fortaleza continuos.
De aquí se deriva tal cantidad de materias de estudio que han dado lugar a implementar licenciaturas al respecto. Por eso nos encontramos que los biólogos ocupan puestos de trabajo porque complementan el quehacer de los arquitectos. Y es aquí donde nace la bioarquitectura.
La arquitectura es el arte con mayor responsabilidad social ya que en su seno vivimos desde que nacemos. Y como ámbito transformador nos provoca o no: aprecio, inspiración, orden, armonía, seguridad y más.
Cada minuto somos más gente sobre la tierra y estamos cada día más desconectados de los demás, empezando por la célula base de la convivencia que son los padres con sus hijos.
Así, fortalecer la convivencia social es el primero de los grandes nuevos retos de la arquitectura de nuestro tiempo y esto debe enseñarse en escuelas y facultades profesionales. Sobre todo ahora que el desarrollo de las comunicaciones ha convertido a la casa en lugar de trabajo y a la ciudad lugar de diversión y esparcimiento.

Julio del 2019

“Academia Nacional de Arquitectura Capítulo Morelos A.C.”
opinion@diariodemorelos.com

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