Se disputó la final de ida en el balompié mexicano con un insípido cero a cero entre las Águilas del América y la máquina celeste del Cruz Azul. Los que saben, auguraban un partidazo; pero a la hora de la verdad, les salió el tiro por la culata y el encuentro resultó más aburrido que bailar con una hermana.
Así, cuando deberíamos estar hablando de futbol, nos encontramos con que la estrella del partido, para variar solamente un poco, fue el silbante Fernando Guerrero.
El famoso “Cantante” no tuvo una buena noche con la ocarina. Sus problemas empezaron temprano en el partido cuando al minuto siete Bruno Valdez recibió una patada dentro del área de los 16.50 m que escapó a su concentración.
Aquí la polémica se desató cuando “los expertos”, al más puro estilo de José Alfredo Jiménez “exigiendo su tequila y pidiendo su canción” solicitaban a gritos la intervención del VAR.
Aunque estoy seguro de que la mayoría de los “expertos” jamás han ni siquiera leído la reglamentación del VAR para conocer sus alcances y limitaciones, se vuelve casi imposible convencerles de que el novedoso sistema tecnológico no es un detector de faltas y solamente se revisarán las decisiones claramente erróneas del nazareno.
Por supuesto que era penal; sin embargo, cuando ocurrió la falta en cuestión, en tiempo real, el narrador del partido (mi gran amigo el perro Bermúdez) ni siquiera lo mencionó. Los otros tres comentaristas hicieron uso de la palabra sin mencionar la infracción.
Fue hasta el momento en que pasaron la repetición televisiva y que un servidor mencionó que se había tratado de una patada sancionable con la pena máxima, que se “viralizó” la opinión de que se había tratado de una falta.
Luego entonces, si fue tan clara y se trató de un ECO (error claro y obvio) del árbitro ¿Por qué nadie dijo nada; sino hasta que se observó la repe? Ese es un clásico ejemplo de una jugada que, a pesar de ser penal, no es de VAR ¿Difícil de entender?
Aunque no está diseñado para dirimir jugadas polémicas o dudosas; sino las claramente equivocadas, pienso que es un “juguete muy caro”, que debía de ser mejor aprovechado en jugadas que van al marcador.
No pretendo sonar contradictorio. El lema del VAR es: “mínima interferencia; máximo beneficio”; pero si continuamos aplicándolo de forma tan exquisita, serán muy poquitas las jugadas que se revisen y la majestad de la justicia seguirá siendo vilipendiada. Bueno sería que le bajaran tres rayitas y se animaran a revisar acciones polémicas o dudosas con alta probabilidad de ser sancionadas.
Del mismo modo, yo no inventé ni reglamenté el VAR, simplemente trato de explicar cómo es que funciona, en un (vano) intento de… abrir el entendimiento de los “expertos”.
 

Por: Eduardo Brizio

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