París.– En lo que ya es considerado uno de los robos más audaces de la historia reciente, un grupo armado sustrajo ocho joyas imperiales de valor incalculable del Museo del Louvre, en un golpe ejecutado en apenas siete minutos.

El atraco ocurrió el domingo pasado, cuando un comando de cuatro personas irrumpió en la Galería de Apolo, donde se exhiben las joyas de la corona francesa, incluyendo piezas pertenecientes a las emperatrices Eugenia y María Luisa, así como a la reina María Amelia.

Un video muestra a uno de los ladrones, vestido como obrero, extrayendo cuidadosamente las joyas de una vitrina de alta seguridad sin romper el cristal, mientras el museo permanecía abierto al público. La grabación, que se viralizó en redes sociales, ya forma parte de las investigaciones de la Fiscalía de París.

De acuerdo con la fiscal Laure Beccuau, los asaltantes utilizaron motosierras pequeñas y un brazo articulado instalado en un camión para abrir una de las fachadas laterales del museo. Tras el robo, huyeron en motocicletas de gran cilindrada, lo que sugiere una logística planeada con precisión militar.

Entre las piezas robadas destacan:

  • La diadema de la emperatriz Eugenia, con casi 2,000 diamantes.
  • El conjunto de esmeraldas de María Luisa, formado por 38 esmeraldas y más de 1,100 diamantes.
  • El collar de zafiros de las reinas María Amelia y Hortensia, con 631 diamantes y ocho zafiros.

Las autoridades francesas calificaron el robo como un “ataque directo al patrimonio cultural nacional” y activaron una alerta de seguridad en todos los museos del país, además de solicitar apoyo a Interpol ante el riesgo de que las joyas sean trasladadas o vendidas en el mercado negro.

Expertos del Consejo Internacional de Museos (ICOM) advirtieron que, por su alto valor histórico, las piezas no pueden venderse intactas, lo que hace temer que sean desmontadas y sus piedras preciosas comercializadas por separado.

Mientras tanto, Francia vive una mezcla de indignación y desconcierto: la corona de la emperatriz Eugenia, símbolo de la elegancia imperial francesa, podría haber desaparecido para siempre.

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