Llegará el día en que haya cámaras de vigilancia en todas las esquinas de todas las ciudades del mundo. Londres es la metrópoli donde hay más, unas 75 por cada habitante, cuarenta veces más que en la Ciudad de México.
Comparado Jiutepec con las grandes urbes resulta diminuto, pero a la vez ilustrativo en el tema de las videocámaras. En agosto pasado, el alcalde Rafael Reyes Reyes anunció la colocación de 50 en las colonias más inseguras –Otilio Montaño, Civac, Morelos, El Porvenir–, como parte de la estrategia de combate a la delincuencia. Y el viernes, Reyes y el comisionado estatal de Seguridad, José Antonio Ortiz Guarneros, comprobaron el funcionamiento de 32. Reunidos en el Centro de Coordinación, Comando, Control, Comunicación y Cómputo visualizaron la operación de los ojos electrónicos que revienen la comisión de delitos y alertan situaciones de riesgo.
Sin videocámaras no habría sido posible el históricamente mayor decomiso de cocaína en el conurbado del Valle de México, en julio pasado. Más de mil 500 kilos de cocaína con un valor aproximado de 400 millones de pesos eran transportadas en compartimentos ocultos de dos tractocamiones que circulaban por el Circuito Exterior Mexiquense, a la altura del Río de los Remedios. La droga salió de Colombia y pasó por Puerto Escondido, Oaxaca; una parte era para Tepito, en la Ciudad de México, y otra estaba dirigida a Los Ángeles, California. Pero ya los esperaban policías de la capital y el estado de México que lograron el mayor decomiso de cocaína en la capital mexicana y detuvieron a cuatro individuos.
No sucedió así en octubre de 2019 cuando se realizó el llamado “mayor decomiso de cocaína de la historia”, al asegurarse 23.5 toneladas de la droga en la Aduana del Puerto de Manzanillo, Colima… pero sin detenidos. Felipe Calderón era el presidente y Eduardo Medina Mora el titular de la Procuraduría General de la República (PGR). Un buque procedente de Colombia fue asegurado por la Secretaría de Seguridad Pública Federal gracias a un soplo de la DEA. Sin embargo, la PGR no detuvo a ningún responsable por el ingreso del cargamento ni imputó a funcionario alguno de la Administración de Aduanas de Manzanillo, entre los que estaba Ardelio Vargas Carrillo, hijo del entonces director del Centro de Análisis para el Combate a la Delincuencia (Cenapi), Ardelio Vargas Fosado. De acuerdo a documentos de la desaparecida PGR y la extinta SSP federal, la dependencia a cargo de Medina Mora desestimó la participación de funcionarios de Aduanas en el ingreso de los 23.5 toneladas de cocaína que llegaron en dos contenedores a bordo del barco colombiano que, según documentó la inteligencia federal, eran propiedad de Arturo Beltrán Leyva, del Cártel del Pacífico, y de Oscar Nava Valencia, “El Lobo”. Los contenedores fueron ingresados a la Aduana de Manzanillo con una declaración de pedimento a nombre de Importadora y Exportadora Alucapo, S.A. de C.V., una empresa de origen colombiano que tenía un domicilio en el Condominio Cristal ubicado en la calle de Paseo del Prado 102 despacho 901, en la colonia Del Prado de Querétaro, y de la que aparecía como encargado Carlos Alberto Guzmán Palazuelos “El Chiva”. Según la Policía Federal, se revisaron los cuatro contenedores en presencia de funcionarios de PGR, Defensa, Marina, Secretaría de Hacienda y Secretaría de Seguridad Pública Federal. Luego de abrir los contenedores y analizar las muestras se confirmó la existencia de cocaína y se pesó la droga, dando como resultado los 23.5 toneladas, la mayor cantidad de cocaína nunca encontrada en ningún país...
Hoy, porque el secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Omar Hamid García Harfuch, nació en Cuernavaca, más de un despistado lo “candidatea” para gobernador de Morelos. Pero ese otro tema… (Me leen mañana).
Por: José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com
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