Presidente de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco), Rodrigo López, no dice nada nuevo: que los comerciantes ambulantes necesitan ganar dinero, y así el ordenamiento del ambulantaje puede acompañarse de acciones rumbo a la formalidad. Por su parte –lo que viene siendo más de lo mismo–, el dirigente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Antonio Sánchez Purón, declara que los esfuerzos deben redoblarse porque “fue un compromiso que las autoridades adquirieron desde que decidieron elegirse”. Descubren el agua tibia, practicantes de un protagonismo ramplón pretenden llamar la atención del alcalde José Luis Urióstegui.

Abundan los locales vacíos en los pasajes Lido y Degollado, nadie parece tener la intención de venderlos, llevan meses cerrados, alguien debería aprovecharlos, tal vez rifándolos. Pero ésta es sólo una parte del problema.

La historia: Fines de los noventas. El problema del desempleo que venía de tiempo atrás generó un número mayor de vendedores callejeros en el Centro Histórico y en otros espacios fuera del primer cuadro. En la práctica se convirtieron en comerciantes fijos, permanentes, sin locales ex profeso construidos pero en los hechos fijos. Fue en este contexto que se dio la construcción del Pasaje Lido, con el propósito fallido de sacar del Zócalo y de calles cercanas al comercio informal. Entonces como hoy, el quid es la subsistencia de miles de familias que se ganan la vida en el centro de Cuernavaca, en otros lugares de la ciudad y el interior del estado.

Y la solución por años soslayada: procurar lugares adecuados para reubicarlos. Un cuento de nunca acabar que viene de cuatro décadas, catapultado en el arranque de los ochenta por efecto del modelo neoliberal de gobierno. Complejo el mundo del comercio ambulante, practicantes sus componentes de una cultura contraria a la formalidad y a los trámites burocráticos, resistentes a las propuestas que impliquen cambios a su modo de ser y a su rutina de trabajo, el ordenamiento del comercio informal topa con otros y el escollo de los intereses de los líderes que cobran cuotas de protección.

Fenómeno de múltiples aristas, en el ambulantaje hay patrones y empleados de puestos en mercados municipales y el centro comercial ALM, los pasajes peatonales y el Puente del Dragón, en tianguis itinerantes, taquerías, fondas y toda suerte de changarros. Comerciantes informales siempre ha habido adentro y afuera del mercado ALM, y lo mismo sucede en los mercados municipales. Invadidas hace más de cuarenta años se hallan las aceras de la calle del comercio tradicional, Guerrero, años antes de que los vendedores callejeros de mercancía contrabandeada fueron metidos en el Pasaje Degollado, entonces conocido como “Mercado de la Fayuca”. Unos autoempleados, otros con patrones y todos sin seguridad social (eloteros, vendedores de globos, etc.), tienen derecho a ganarse la vida. Predios para meterlos hay, pero relativamente alejados del primer cuadro del centro en donde no querrán instalarse porque bajarían sus ventas, soslayada la opción del conjunto de edificios abandonados en Clavijero, media cuadra abajo de Guerrero, y utópica la idea de derribarlos para tender un puente de locales tipo Plaza de la Tecnología hacia la bajada de la avenida López Mateos; o construir segundos pisos en los pasajes Lido y Degollado, o que el gobierno compre y/o expropie por causas de utilidad pública el estacionamiento del costado sur de Guerrero y haga un tercer pasaje para los ambulantes y semifijos de la Plaza de Armas, el Jardín Juárez y las banquetas de las calles próximas al Zócalo… (Me leen después).

Por: José Manuel Pérez Durán

jmperezduran@hotmail.com 

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