Las fechas suelen marcar coincidencias. El 11 de septiembre de 2001, ocurrió el ataque a las torres gemelas de los edificios del World Trade Center, en Nueva York. Y el 11 del mismo mes, pero de 1973, el ataque al Palacio de la Moneda en Santiago de Chile.

He estado en dos ocasiones en el Palacio de la Moneda, en los diciembres de 2010 y 2013. Al contrario de México, cuando aquí es invierno allá es verano, de modo que no hace frío sino calor. Los termómetros marcan veintitantos grados un mediodía que observo la fachada del edificio histórico. Busco con la mirada los agujeros de las balas que lógicamente ya no están. Han pasado más de 30 años del golpe de estado que tiró al gobierno socialista de Salvador Allende, y el guía de turistas que el día siguiente nos llevará a mi mujer ya mí al puerto de Valparaíso y al vecino Viña del Mar comenta que nunca ha visto los hoyos de las balas. 

Los santiagueños saben de memoria la historia de la infamia. Los golpistas comandados por el general Augusto Pinochet dispararon miles de balas, y entre el suicidio del cobarde o la rendición del valiente Allende optó por suicidarse. Publicado este 19 de septiembre en el medio “Opinión”, el periodista Emir Sader vuelve a recrear la escena. Escribió: “Allende se negó sistemáticamente a entregarse a los golpistas, hasta que a las 2 de la tarde los cazabombarderos británicos empezaron a disparar sobre el Palacio de Moneda que comenzaba a estar envuelto en un denso humo”. (Los cazabombarderos de la recientemente fallecida reina Isabel II del imperio multi asesino). 

Por años los partidarios de Pinochet aseguraron que Allende no se suicidó, sino que cayó muerto por balas pinochetistas. El artículo del periodista Emir Sader subraya el testimonio del forense Francisco Etxeberría, quien participó en la autopsia practicada al cadáver de Allende: “No tengo ninguna duda de que fue un suicidio. La evidencia documental, testifical y pericial lleva a ello”. Sader recrea: “Allende se negó sistemáticamente a entregarse a los golpistas, hasta que a las 2 de la tarde los cazabombarderos británicos empezaron a disparar sobre el Palacio de Moneda, que comenzaba a estar envuelto en un denso humo. Mirando ese escenario, sabíamos que Allende no sobreviviría y que con su muerte se moría también la democracia, que en Chile apenas había tenido dos breves interrupciones desde la estabilización de la independencia con Portales, en 1830. Tenía el arma sujeta entre las piernas y el cañón apoyado en la barbilla. Fue la única salida que vio Salvador Allende tras más de cinco horas atrincherado en el Palacio de la Moneda, adonde había llegado en su Fiat 125 un poco más tarde de las siete de la mañana, cuando el Ejército ya había tomado la ciudad y la traición de sus generales era un hecho”. 

El 11 de septiembre de 1973 que se consumó la traición del golpe de Estado contra Allende, las campanas de la Catedral de Cuernavaca y de muchas otras iglesias repicaron a duelo. Don Sergio Méndez Arceo, quien poco después se reuniría en la propia Catedral con la señora Hortensia Bussi viuda de Allende, era el VII obispo de Cuernavaca. Como exiliada política, Hortensia Bussi viajó a México junto a su familia, alojándose en la Casa de Chile en el entonces Distrito Federal, desde donde comenzó su recorrido por varios países denunciando violaciones de los derechos humanos​ por parte de la dictadura militar del general  Pinochet. Hortensia Bussi moriría el 18 de junio de 2009 en su casa de Santiago, acompañada por sus hijas Carmen Paz e Isabel. En México, las efemérides de los sismos de 1985 y 20176 opacaron el 49 aniversario del “pinochetazo”… (Me leen mañana).

Por: José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com 


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