Es el estado de México la entidad donde más asaltos a pasajeros de combis hay, específicamente en los municipios de Ecatepec, Nicolás Romero, Tlalnepantla, Cuautitlán Izcalli y Naucalpan. Y las redes sociales el medio donde se difunden los videos que suelen viralizarse. En uno que causó indignación, se ve a un delincuente encañonando a una niña para obligar al papá a que le entregue sus objetos de valor. Otro capta el momento en que un pasajero se atreve a confrontar a los asaltantes y el saldo es de dos muertos. En uno más, harta la gente de los asaltos en el transporte público, un ladrón que sube a una combi con evidente la intención de despojar de sus pertenencias a los pasajeros, éstos aprovechan un momento de duda del malhechor que no pueda usar la pistola para propinarle una golpiza brutal. Aplausos.

En Morelos, y particularmente en los municipios conurbados del valle de Cuernavaca, el hampa lleva meses empoderado en la impunidad. Se cometen cinco asaltos al día, contabiliza el presidente de Rutas Unidas, Aurelio Carmona, y advierte que los lugares donde hay más atracos son el Puente del Pollo, El Polvorín, Los Miradores, la avenida Morelos, colonia Carolina, la Estación, la avenida Plan de Ayala y la glorieta de La Luna. Reconoce que en comparación con el 2021, en lo que va del 2022 los actos violentos contra transportistas van a la baja. Pero señala que esto no significa que los asaltos hayan reducido del todo, además de que como es sabido muchos de estos delitos no son denunciados en la Fiscalía por lo engorroso del trámite.

Muchos pasajeros de rutas han tenido la mala suerte de ser asaltados. Les roban teléfonos celulares, miles pues los robos son constantes a lo largo y lo ancho de Morelos, lógica la deducción de que podría haber un mercado negro de estos aparatos en la Plaza de la Tecnología de Cuernavaca o en tianguis de objetos usados como los de Xococotla y Chamilpa. Los despojan del poco efectivo que cargan, a los choferes les quitan el dinero de “la cuenta”, los maleantes descienden de las unidades y desaparecen. Actúan a todas horas y en cualesquier lugares, por lo regular en pareja. Son jóvenes, violentos y rápidos; se llevan botines de unos cuantos pesos y celulares, se reparten el producto del botín que dilapidan en drogas y a los dos o tres días atracan otra en ruta. Hace años que viene sucediendo, raras veces son atrapados por policías del mal llamado “mando coordinado” y, reincidentes, los facinerosos tardan más en salir de la cárcel que en salir y regresar a las andadas.

Los pasajeros se han vuelto precavidos. Antes de abordar los microbuses o combis se encomiendan a Dios, los hombres ocultan sus teléfonos móviles en los calcetines, las mujeres en los corpiños, se dejan unas monedas en las carteras y bolsos. Ya se la saben; tantos han sido víctimas de un asalto en medio de una situación de indefensión absoluta donde necesariamente deben transportarse al trabajo, la casa, las escuelas… y protegerse como Dios les da a entender. Al ser éste un fenómeno delincuencial producto del desempleo, la descomposición social y la corrupción de malos gobernantes que afecta a miles de personas de bajos recursos, poco realmente efectivo hizo el gobierno anterior y muy poco ha hecho la actual Comisión Estatal de Seguridad Pública. Pero el comisionado José Antonio Ortiz Guarneros, el Gobernador y los presidentes municipales no tienen problema. Ellos no viajan en ruta… (Me leen mañana).

Por: José Manuel Pérez Durán

jmperezduran@hotmail.com 

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