Negar que el propósito del alcoholímetro es recaudatorio sería lo mismo que decir que es de noche cuando es de día. Pero también es verdad que la prueba de alcoholemia a automovilistas evita accidentes mortales. En esto coinciden los especialistas. Ejemplo: en México el alcohol provoca la muerte de 3 de cada 10 víctimas de accidentes automovilísticos, ha señalado la doctora Rosa Elizabeth Sevilla Godínez, investigadora del Departamento de Ciencias Sociales, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud de la Universidad de Guadalajara.
En Morelos, tarde o temprano el alcoholímetro será implantado en los municipios cuyos tamaños y condiciones específicas así lo permitan. Mientras tanto, Jiutepec ha sido el primero en reimplantar el Programa Conduce sin Alcohol, el pasado fin de semana; lo tuvo antes de la pandemia. En un video, el alcalde Rafael Reyes Reyes reconoció que el alcoholímetro es una medida restrictiva e impopular. Debió decir: “impopular”, porque a nadie le gusta que lo multen económicamente, y tampoco pagar la sanción con cárcel o trabajo comunitario. La prueba mide los niveles de consumo de alcohol. Para superarla el conductor no deberá haber tomado más de dos cervezas o una copa de tequila, ron, whisky, brandy y vodka. De ahí en adelante, las sanciones no se harán esperar. ¿De cuánto? Reyes no lo precisó, pero de varios miles de pesos entre la infracción y el arrastre de la grúa. Los choferes de taxis, rutas, camiones materialistas, etc., serán procesados aparte. Modificada la ley estatal que tiene que ver con el transporte público, las multas serán mucho más altas, y las “mordidas” también pues en el fondo también de eso se trata.
En febrero anterior, se publicó que en Cuernavaca el alcoholímetro ahora sí va. Para ello debió ser modificada la Ley de Ingresos, y aplicadas las multas a los automovilistas que fueran pillados manejando borrachos. El propósito es evitar accidentes automotrices, salvar vidas, pero asimismo tiene un objetivo recaudatorio. Urgido como nunca antes el Ayuntamiento capitalino de allegarse recursos, hasta hoy ha quedado en el intento.
Las historias son recurrentes, de parrandas que se prolongan a la madrugada, hasta el amanecer o ya entrada la mañana. Los irresponsables conducen a gran velocidad, y acaban volcados o estrellados de frente con vehículos tripulados por personas en su sano juicio que sin deberla ni temerla suelen topar con la muerte.
Según datos de la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud, cada año en México se registran más de 24 mil muertes por percances automovilísticos. El dato es vigente: anualmente ocurren más de 14 mil decesos a nivel nacional por accidentes automovilísticos, la mayoría de personas que manejan en estado de ebriedad. Esta es la primera causa de muerte entre los jóvenes mexicanos.
A propósito, en el arranque de este año el alcalde José Luis Urióstegui confirmó que en Cuernavaca suceden accidentes en la noche y la madrugada, muchos de ellos por efecto del consumo del alcohol “y otras sustancias”. Una consecuencia de la llamada vida nocturna, pues. Se indicó entonces que las multa a las y los automovilistas que sean sorprendidos conduciendo ebrios serían de entre 20 y 30 umas, o sea, de mil 920 y dos mil 880 pesos, lo que comenté como ridículo comparado con lo que cuesta manejar ebrio en la CDMX, de 7 mil 200 a 14 mil 400 pesos más un arresto de 26 a 36 horas en el Centro de Sanciones Administrativas y de Integración Social. “El Torito”, como es popularmente conocido por los chilangos por haber sido el Rastro de la Villa de Tacuba desde 1929 hasta 1958, cuando desapareció tras 29 años de actividad y haber sido considerado por la prensa de los años veinte como el primer rastro más higiénico del Distrito Federal.
La aplicación del alcoholímetro no tiene rechazo. En Cuernavaca los únicos que por años se han opuesto son los dirigentes de agrupaciones de propietarios de antros. Pero, políticamente irrelevantes, sus opiniones no le interesan a la sociedad… (Me leen después).
Por: José Manuel Pérez Durán