El domingo se cumplirán 209 años del rompimiento del Sitio de Cuautla, logrado por el genio y la valentía de José María Morelos y sus hombres después de 73 días del asedio de los soldados realistas de Félix María Calleja. Se escribe mucho sobre esos dos meses de resistencia de los insurgentes, pero muy poco sobre lo que pasó después del rompimiento del cerco. Las primeras víctimas de la tenacidad de Morelos y sus soldados fueron el Virrey Venegas, depuesto del cargo en marzo de 1813 y relevado por el propio Calleja; pero éste también fue despojado del cargo en 1816 sin haber podido detener las campañas de Morelos. Perseguidos por los realistas, el Siervo de la Nación y sus principales lugartenientes se dirigieron al sur del país, pues el jefe insurgente pretendía tomar el puerto de Acapulco, estratégica ruta novohispana con Filipinas y otras posesiones españolas en Asia. Leonardo Bravo fue capturado en la hacienda de Temixco, Morelos propuso al virrey Venegas un canje: liberar a los 200 prisioneros españoles del Sitio de Cuautla y, a cambio, Venegas debería liberar al caudillo insurgente Leonardo. Aquél no aceptó el trato y el 13 de septiembre de ese 1812 Bravo fue ejecutado a garrote vil en el Paseo de Bucareli. Al enterarse Morelos de la noticia, ordenó eliminar a los prisioneros realistas, pero les perdonó la vida y les liberó. Por este hecho se le conoce como el “Caudillo Magnánimo”. El episodio de Cuautla con sus 73 días no fue el más largo de la Guerra de Independencia. El de Huajuapan, Oaxaca, duró 111 días. Valerio Trujano era el jefe insurgente de la plaza; después del Sitio de Cuautla, Morelos se enteró y decidió ir hasta aquel pueblo para auxiliarle, llegando ahí el 25 de octubre. El 27 Trujano salió con una partida de cien hombres a perseguir a los realistas que habían huido hacia Oaxaca, pero fue emboscado por los virreinales y ahí perdió la vida. Morelos reunió a los hombres de Trujano, los condujo hacia Antequera de Oaxaca, y el 25 de noviembre ocupó la ciudad. Con este hecho culmina la actividad de Morelos en 1812, marcado por el Sitio de Cuautla… El proletariado de mayo. Eran vísperas del día primero de mayo de 1912. Desde febrero, después del golpe a Madero y de ordenar su muerte, Victoriano Huerta es dueño de la capital de México, pero no del país. Los proletarios de la ciudad se preparan para conmemorar dignamente, por primera vez en México, los acontecimientos de 26 años atrás en Chicago, Illinois. Un año antes, el Partido Socialista, fundado al triunfo de la revolución encabezada por Madero, conmemoró en 1912 la fecha del Primero de Mayo. En la foto del inicio de aquella primera marcha en México se puede ver la manta con la frase: “La Casa del Obrero Mundial exige la jornada diaria de ocho horas y el descanso dominical”. Detrás le seguían los gremios de obreros, trabajadores y artesanos que sostenían la economía post porfirista de la capital del país: carpinteros, la Sociedad Benemérita del Ramo de Sastrería, obreros de las fábricas de fósforos y cerillos, obreros ferrocarrileros de la División Estado de Hidalgo, operarios de la Impresora del Timbre, Sociedad Minerva de Tejedores, Sociedad Instructiva y Recreativa Guillermo de Landa y Escandón, obreros de la linera, ramo de zapatería, entre muchos otros. Luego de las conquistas sindicales post revolucionarias, después de la era neoliberal y ahora bajo la moda globalizadora los sindicatos están domesticados, los independientes casi pulverizados, el salario mínimo es obsoleto y los desempleados nutren las marchas del Primero de Mayo… Como si hubiera sido tan sólo un parpadeo, estamos a pocas semanas de cerrar el primer semestre de este complicado 2021. Abril termina con el festejo a la niñez, para recordarnos que miles de infantes en México no tienen nada que celebrar. Las cifras de menores en la orfandad, desplazados como migrantes indocumentados y como niñas y niños de la calle, siguen lastimosamente en aumento... (Me leen después).
Por José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com