Comprender el momento que vivimos resulta complicado. La enorme cantidad de información a la que nos vemos sometidos, dificulta esclarecer la visión que nos formamos de la realidad económica y social. La sociedad mexicana o pueblo se ha dividido en dos grandes bandos. Cada bando interpreta los hechos de acuerdo a su idea preconcebida, que se reproduce en todo el territorio por las campañas políticas que inundan al país.
Las campañas producen un ruido abrumador que dificulta tener certeza en la información nos proporcionan los medios: escritos, visuales, auditivos o presenciales. Las campañas se esfuerzan en simplificar los conceptos. Hacerlos simples… que todo quepa en un eslogan.
Las promesas pululan y van de lo fantasioso a lo grotesco. Las candidatas se ven sometidas a una vorágine de información de simpatizantes que hacen demandas, proporcionan historias, peticiones, sugerencias, teorías, proyectos y hasta algunos milagros.
Gobiernos de distinto escudo, pasan y pasan. La gente nomás no ve respuesta a sus problemas. Un respiro no caería nada mal para reflexionar sobre los problemas esenciales. Aquellos, que inciden en otros problemas que los agudizan y que no son tomados en consideración en las campañas y luego, peor, en los planes para gobernar. Diego Castañeda Garza, publicó recientemente “Desiguales”, en la editorial Debate. Es un texto que analiza 200 años la evolución histórica de la desigualdad que neciamente habita en nuestro país. La distancia entre pobres y ricos.
“La desigualdad reduce la libertad de las personas y con ello su posibilidad de participar de la vida pública del país. La desigualdad alimenta la violencia del crimen organizado que nos escandaliza todos los días.” Así, en la introducción de su libro, nos advierte de la relevancia del tema. Nos prepara para recorrer la historia de la desigualdad entre los pobres y los ricos de México. Descubrir la causas que la han originado y que persistentemente siguen existiendo por diferentes razones y malas decisiones; sea por la ambición desmedida de los grupos elitistas que se apropiaron del país.
Diego Castañeda Garza (Coahuila, 39 años) Es economista por la Universidad de Londres, Maestro en Historia Económica por la Universidad de Lund, Suecia. Candidato al doctorado por la Universidad de Uppsala. Plantea la historia de la desigualdad en México buscando causas y dibujando posibles soluciones.
Al recorrer la historia económica de México, encuentra desde el México independiente, la desigualdad. Devela, que sólo en algunos momentos, como en época post revolucionaria, fue posible disminuir la brecha entre pobres y ricos. No es un ejercicio meramente académico. Su análisis lo lleva realizar comparaciones con el presente y poder observar que “Si logramos entender que la desigualdad es, ante todo, un fenómeno eminentemente político y, por lo tanto, que solo puede encontrar solución en el terreno de la política, estaremos en buen camino para comenzar a hacer los cambios que hemos postergado en el país los últimos 200 años.”
Conclusión relevante por el momento político de México. El autor, en entrevista al País (Marzo, 31), asegura, después de haber incursionado en el pasado reciente y utilizando diferentes metodologías económicas e históricas, que le permiten obtener información desde 1821. Sin duda, sostiene que México está en espera de una reforma fiscal.
Reforma fiscal que está ausente en las propuestas de campaña de las candidatas. No es prudente hablar de impuestos. Agrega que incluso las izquierdas en México cayeron en una “suerte de bancarrota” que les impide entender la necesaria reforma fiscal. No pensamos más allá de las elecciones, dice.
Sostiene, que un aumento en la desigualdad del 1% implica un incremento en los homicidios en un 36%. Lo demuestra con datos del Banco Mundial. O sea, luchar contra la desigualdad significa luchar también contra el narcotráfico. Se antoja hacer un ejercicio en Morelos que nos permita entrever las estrategias para que el Estado participe en la lucha contra la desigualdad.
La desigualdad, es el tema ignorado. Qué pena.