Esta historia data de 59 años, cuando comenzó a trabajar la planta de coches japoneses. “La Dasun”, sin la “t”, le llamaba la primera generación de obreros. Preguntabas: “¿Dónde trabajas?” Contestaban: “En la Dasun”, omitiendo el nombre del primer modelo de la marca Datsun, el Blue Bird. A punto de arrancar la ensambladora de automóviles, los obreros eran capacitados en un departamento del primer piso del edificio Benedicto Ruiz, por la entrada del número 17 de la calle Miguel Hidalgo que rentaban “carísimo”: 700 pesos. Poco a poco empezó la producción de coches en la ensambladora japonesa con el carrito pájaro azul. (Recuérdese que entonces en México los carros eran estadounidenses, grande, se 8 y 6 cilindros).

Los ejecutivos de Japón que vinieron a la ceremonia de la colocación de la primera piedra le obsequiaron perlas al historiador Valentín López González, al gobernador Emilio Rivapalacio Morales y al empresario Raúl Iragorri Aranda, a quienes el mandatario estatal había puesto al frente de las direcciones de Fomento Industrial y Fomento Turístico, creadas ambas instituciones como parte del proyecto industrial de Morelos. Un acontecimiento preñado de historia que ligó a la entidad morelense con el país del sol naciente y hoy me permito reeditar.

Testigo de situaciones y protagonista de hechos que dieron paso a la creación de CIVAC, el desaparecido alcalde de Cuernavaca, López González –nos dejaría el 10 de septiembre de 2006– contaba esta historia: Mucho antes de que en junio y luego en septiembre, los presidentes municipales tomaban posesión del cargo los unos de enero. Valentín lo hizo el primer día del año de 1964. Don Emilio Rivapalacio, quien había sido el oficial mayor de la Presidencia de la República con Adolfo López Mateos, se preparaba para tomar posesión de la gubernatura, en mayo del mismo año. Apenas empezaba la temporada de lluvias, la recaudación de impuestos bajaba hasta desplomarse. Los agricultores destinaban el poco dinero que tenían a la compra de semillas para sembrar, y las zafras, que no terminaban sino hasta la caída de las primeras lluvias, concentraban la actividad de los ingenios de Zacatepec, Oacalco, Casasano y Cocoyotla. Pero el dinero no llegaba a las tesorerías del estado ni de los municipios, por lo que era necesario crear un polo que generara una derrama económica, fábricas donde los obreros cobraran un salario cada semana y empresas que requirieran insumos y pagaran impuestos. Licenciado en economía e ingeniero agrónomo, Rivapalacio concibió una solución al desafío: fundar un parque industrial. A ello se abocó, trajo un equipo de economistas del Banco Nacional de México que más tarde manejaría un fideicomiso para el manejo de la nueva zona fabril, y al poco tiempo ya estaban aquí las inversiones de las primeras factorías, principalmente Nissan Mexicana. En 1965, el embajador de Japón en México y miembros del gobierno estatal y federal celebraron la colocación de la primera piedra con que dio inicio a la construcción de la primera planta de Nissan fuera de Japón. El 12 de mayo de 1966, Nissan Mexicana celebró el inicio de operaciones de su primer centro de manufactura, es decir la planta de CIVAC. Misma que hubiera crecido, si no hubiese sido porque en 1982 arrancó la planta de Aguascalientes. De cualquier manera, desde aquel tiempo ya remoto, nada siquiera parecido en materia de generación de empleos ha ocurrido en Morelos.

El sábado pasado fue conmemorado el 58 aniversario de CIVAC. Anunciaron rock, chinelos y payasos en la fuente de la glorieta que en estos días de calor agobiante los vecinos del área habitacional convierten en alberca refrescante… (Me leen mañana).

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