En esta fecha comienza una de las tradiciones más hermosas que tenemos en México: la celebración de los muertos.

Los usos y costumbres, de los cuales hablan las constituciones federal y estatal, se  aprobaron oficialmente para que no se perdieran nuestras tradiciones.

En el norte de Cuernavaca, compuesta de inicio por once pueblos y más tarde por doce, tenemos pueblos que se rigen por usos y costumbres y que tienen muy enraizadas dentro de la vida diaria tradiciones que vienen desde la época prehispánica: Santa María, Chamilpa, Ocotepec y Ahuatepec tienen todavía tradiciones que no quieren morir, a pesar de la fuerza de los medios de comunicación que dan preferencia al famoso Halloween en esta época, ya que ellos no tienen las raíces maravillosas que nosotros tenemos como herederos del mundo mesoamericano.

En estas poblaciones cada año la tradición de los altares de muertos se mantiene muy viva en nuestro estado, y sobre todo en sus poblaciones del norte de la ciudad capital. Los altares de muertos son el resultado de una manera de ver la vida de muchísimos habitantes, que respetan desde hace muchos años las tradiciones que han ido heredando de sus ancestros.

La celebración de los muertos es uno de los pilares fundamentales de la tradición en México, y Morelos no es la excepción, sino por el contrario, las tradiciones de la “cereada” o el “muerto nuevo” en Ocotepec son bellísimas costumbres que no sólo se llevan a cabo ahí, sino también en Chamilpa y en Ahuatepec, donde se llevan a cabo de manera no exactamente igual, pero sí muy parecida.

Por lo pronto, ya en  Ocotepec se alistan los altares y ofrendas para darle la bienvenida a todos aquellos seres queridos que se adelantaron en el camino.

Año con año miles de personas se reúnen en el poblado para disfrutar de las tradiciones que, en los ultimos años, Disney hizo famosa en el mundo; por lo pronto ya podemos ver que empiezan a preparar la bienvenida de sus difuntos con el novenario previo al 31 de octubre. Este novenario simboliza el llamado de los familiares a los fieles difuntos, para que sepan cómo llegar a su hogar con ayuda del sahumerio y el camino de flores de cempasúchil, y la sal es lo primero que se coloca en el altar, sin olvidar las imágenes de las ánimas a las que se espera.

Aunque la tradición dicta que el 31 de octubre los familiares y seres queridos de los difuntos llegan a colocar una vela (cera), en honor a la persona que falleció, desde hace años personas ajenas al poblado acuden a la “cereada” para comer, beber café o atole y, sobre todo, para admirar las majestuosas ofrendas.

Pese a que durante dos años de pandemia, las tradiciones tuvieron que parar, este 2022, a través de redes sociales, se anunciaron tours para acudir al poblado; sin embargo, algunos pobladores reprobaron esta iniciativa, puesto que para ellos la espera de sus fieles difuntos es algo personal y familiar.

La verdad es que la visita a los altares la noche del día primero es verdaderamente un derroche de belleza, ahí podemos ver no sólo una tradición, sino el alma de un pueblo  con una capacidad de creación que, con ese ejemplo, nos demuestra el amor para los suyos que ya se fueron, mediante el arte de combinar las velas y las flores en un sincretismo extraordinario entre el cristianismo y lo ancestral que no hay que perderse.

Al pasar a ver los altares en la noche del dia primero, recuerden que deberán llevar una cera o vela para el muerto del altar que visitan, ahí les daran café, ponche o pan, a veces pozole o tamales, dependiendo de a quién visiten. Es, verdaderamente, una noche mágica. Y el día dos por la tarde podrán ustedes ver cómo los pobladores llevan la ofrenda al panteón, ahí asisten a misa, ahí comen y dejan lleno de flores y veladoras, por lo que al anocher se da uno de los más bellos espectáculos del país.

Así que, si usted quiere festejar a sus muertos, primero no deje de poner su ofrenda para recordarlos, pero además visite Ocotepec para disfrutar de una de las tradiciones más mexicanas que tenemos.

En esas poblaciones, todos los que hayan muerto durante el periodo del dos de noviembre del año pasado a la fecha tendran un altar en su honor. Puede usted verlos y, si se siente muy apretado en Ocotepec, puede subir un poco más, a Chamilpa, donde también se ponen altares de muertos y se pueden visitar con menos aglomeraciones.

La maravillosa manera de realizar los altares en cada pueblo nos da un ejemplo viviente del arte que tenemos los hijos de los mesoamericanos en la sangre; así que, en lugar de perder el tiempo copiando a los gringos en una tradición inventada por el consumismo, vayamos y llevemos a nuestros hijos a disfrutar de esta maravillosa tradición verdaderamente nuestra que no debemos dejarla morir.

El amarillo del cempasuchil, el olor del copal y el amor de los que se nos adelantaron es parte fundamental de nuestra identidad. ¿No cree usted?

Por: Teodoro Lavín León / lavinleon@gmail.com Twitter: @teolavin


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