1.
Como la receta de los famosos “huevos divorciados”, de colores opuestos, dos de los símbolos identitarios más persistentes en nuestro imaginario colectivo ocuparon esta semana muy buen espacio en los diarios del país. ¿La razón? Los monumentos civiles y los objetos artísticos están más vivos de lo que comúnmente se cree. 
La escultura dedicada a Cristóbal Colón, ubicada en la glorieta del mismo nombre, en Paseo de la Reforma, en la CDMX, y el llamado Penacho de Moctezuma (que no es penacho, ni perteneció al Tlatoani) “se subieron al ring” porque la herida abierta de la Conquista sigue generando opiniones aparentemente irreconciliables. De un lado lo indígena idealizado, del otro lo español vilipendiado.
¿Dónde quedó la idea de unidad nacional construida durante tantos años, a fuerza de discursos que pretendían homogeneizar a las diversas culturas originarias, mezcladas con lo español también simplificado?
Curiosamente no se entiende que el llamado “Descubrimiento de América” no es lo mismo que La Conquista, un proceso de sincretismo que incluye compleja evangelización y aculturación, que dio como resultado la poesía y los textos de Sor Juana Inés de la Cruz, Carlos de Sigüenza y Góngora, o nuestra magnificente arquitectura barroca.
Lo cierto es que los símbolos artísticos de los que hablamos, representan la sangre y la opresión. El odio que desde el ámbito cultural aviva el fuego del discurso político actual. Un discurso político que se decora con la muestra “Aztecas”, montada en el Museo Etnológico de Viena.
Lo malo en todo este asunto es que se olvida que estamos obligados a proteger, conservar, restaurar y divulgar muchísimas más piezas del patrimonio cultural, a las que no se les invierte ni la atención, ni los recursos indispensables. Se olvida la “multiculturalidad”, concepto paradójicamente también impuesto desde el discurso político. 
2.
El año entrante se cumplirán 700 años de la fundación de México Tenochtitlan (20 de junio), 500 años de la caída ante los conquistadores españoles (13 de agosto) y 200 de la consumación de la Independencia (27 de septiembre). Anticipamos que el 2021 nos sabrá a puro raspón identitario. Se abrirán aún más las heridas que dieron origen a la expresión “hijos de la chingada”, como máximo vituperio, al tiempo que representa a la raza mancillada por la violencia que nace del choque de las culturas.
De poco servirá recordar que la famosa pieza que se exhibe en Viena, fue parte de un regalo hecho a la Corona Española por el Tlatoani Moctezuma. Que “el que da y quita, con el diablo se desquita”.
Hay que escuchar las explicaciones de la Dra. María Olvido Moreno, una de las restauradoras de la pieza, para entender que el bellísimo y plumífero artefacto se empleaba más bien a manera de capa y que por su precario estado de conservación, no se puede mover ni un milímetro de donde está. Busque usted en internet, allí el video de YouTube y lo publicado en https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/el-penacho-de-moctezuma.
3.
Por cierto que a los morelenses nos debería ocupar también el asunto de los símbolos divorciados. Recordemos que la escultura de piedra que representa al Tlatoani Cuauhtémoc, que estaba al lado de los Patios de la Estación (que en algún momento fue brutalmente pintado de dorado) sustituyó al Hernán Cortés de bronce, que mandara hacer Don Manuel Suárez para el Casino de la Selva, luego donado al municipio de Cuernavaca. Tal sustitución nunca se explicó y menos se nos dijo dónde fue a parar el Cortés.
Previamente se hizo justicia simbólica. Si Diego Rivera lo retrató como sifilítico en Palacio Nacional, aquí no nos quedamos atrás. Mal pintado de color “verde alberca”, obedeciendo a una muy mala idea de conservación, fue “decorado” junto con su caballo con lágrimas rojas, mientras estaba en la Avenida Teopanzolco y finalmente terminó en un deshuesadero municipal.
Así la potencia de los símbolos; las ópticas nacionalista, patriotera, histórica y diplomática enfrentadas.
4.
Estoy feliz porque la iniciativa Efimuseos, que impulsa Interactividad Cultural A.C., una ONG reconocía por la UNESCO para la salvaguardia del patrimonio cultural, cuenta ya con el apoyo de gran cantidad de personas que cuentan con  excepcional trayectoria en la dirección y las diversas áreas de actividad de los museos. Esperemos el estímulo fiscal pueda generar los recursos tan indispensables requeridos por los museos para su conservación y operación. FIN

Por María Helena González / helenagonzalezcultura@gmail.com

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp