1. Estoy que no quepo de felicidad en mí, el mérito es de mis amores de papel. Decidí reacomodar mis libros y mientras Analí, mi valiente asistente piensa en cómo repartir anaqueles, yo siento cómo ellos se me declaran de nuevo. Compruebo su callado amor y por ello los acepto con la mirada complacida, como quien se adentra por primera vez en el alma del otro, ese que nos es destinado por obra y gracia divinas. Al mismo tiempo me asombra reencontrarme conmigo misma en ese universo tan especial que es la conformación de una breve biblioteca dedicada al arte. 

Están los que heredé, los que me han ido regalando y en mayor cantidad, los que he ido comprando a lo largo de una vida dedicada a esta profesión. Compro libros, luego existo.

Cerca de mi escritorio elijo tener los diccionarios, esos que brindan certezas y frecuentemente inspiran el comienzo de un texto periodístico. Claro que el de estética tiene su lugar especial, pues cual prótesis me acompañará hasta la tumba. Los demás, incluidos los de símbolos, religiones, filosofía y términos artísticos estarán también a la mano, pues al mismo tiempo son un divertimento para mí. A la mente le complace aprender cosas. 

 

En el estante adyacente irán los textos de Acha, Sánchez Vázquez, Gombrich, Panofsky, Hausser, Collingwood, Gubern, Arnheim, Varnedoe, Mayer, Berger, Moyssen, Adorno, Benjamin, Eco, Sontag, Foucault, Greenberg, Kristeva y otros teóricos a los que consulto para tratar de coincidir con ellos. Para ampliar mi horizonte. Y es que desentrañar los pensamientos de los señores y señoras más importantes del arte a veces no es fácil, pero cuando una logra penetrar sus discursos y hacerlos propios, el mundo artístico se hace doblemente gozable. 

 

A un lado Teresa del Conde, con sus psicologías del arte, porque fue mi maestra y porque esta materia me gusta mucho. Doña Raquel Tibol solita en su fragmento de madera, porque era enojona y nos agarró a “tibolazos” a muchos historiadores del arte de mi generación, pero también porque es referencia obligada para muchos asuntos. 

Los temas que atañen a la mujer en el arte, los feminismos y las publicaciones de mis amigas Karen Cordero, Inda Sáenz, Dina Comisarenco y Mónica Mayer tienen su lugar frente a mi silla, para recordarme constantemente que tengo que entrarle al tema desde un compromiso académico. Otro de esos compromisos tiene que VER con la MIRADA, una de mis obsesiones más mencionadas en los diversos ámbitos periodísticos en los que me permiten participar semanalmente. OJOS vemos, corazones SÍ sabemos. 

Claro está que las publicaciones que atañen a nuestro querido estado tienen su muy apreciable espacio y lo que le ha dado sentido a mi vida intelectual (y amorosa)  desde niña, habita todo el librero, por lo que al morir, mis hijos encontrarán un titipuchal de páginas marcadas con las letras  “MGS”.

 

... Permítaseme hoy domingo no haber colaborado con un texto como los acostumbrados en esta importante sección, querido lector. A veces uno tiene que reposar un poco en lo personal, para regresar a la vida colectiva con la sonrisa renovada. FIN

 

Por: María Helena González

helenagonzalezcultura@yahoo.com.mx

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