1.

Pensar en la labor museística sin tomar en cuenta el trabajo del MEDIADOR resulta anacrónico. Antiguamente se consideraba que el objetivo fundamental de los museos era preservar, exhibir y difundir el patrimonio cultural, pero hoy lo que le da sentido a su existencia es la EXPERIENCIA del público. Si el museo no le sirve a la gente, está cumpliendo parcialmente su función. 

Comienzo esta entrega con tan contundente afirmación, querido lector, porque en la vida diaria observamos que acudimos a las exposiciones por razones variadas. Que de manera consciente o inconsciente nos hacemos preguntas frente a lo expuesto y que éstas quedan más aclaradas a partir de lo PERSONAL, que del discurso que nos pueda brindar la institución. 

Puede que la información nos fascine y sintamos que al conocer datos históricos estamos sacándole el máximo jugo a la visita, pero es importante saber que ni las cédulas que brindan información sobre las piezas (autor, técnica, fecha de elaboración, procedencia), ni los textos de sala que comparten la opinión del curador (o política cultural en turno) alcanzan para mostrarle a quien mira el valor de lo expuesto. ¿Por qué? Porque este valor reside en la capacidad de autorreflexión que poseemos los seres humanos. Pienso, luego existo, diría Descartes.   

 

2.

Mario Poggio se especializó en MEDIACIÓN CULTURAL en Francia y actualmente es guía voluntario en el Museo de Arte Moderno, en la CDMX. Esto quiere decir, que está capacitado para llevar al público a hacerse una serie de preguntas y respuestas frente a lo expuesto. Lo museable, dirían los expertos. Aunque es importante aclarar que el ejercicio de mediación también puede darse frente a una imagen impresa, frente a la pantalla de un computador, en un concierto de música en vivo o leyendo un texto.

Poggio parte de una metodología aparentemente sencilla: nos pregunta “¿QUÉ VES?”, esperando de nosotros, antes que nada, una descripción pormenorizada, no una interpretación. Hay que saber ver.  Hay que poner atención a los detalles. 

Conformado con aportaciones de diversas disciplinas, su método pensado para dedicarle unos cuantos minutos a cada pieza expuesta (en total propone visitas guiadas de 40 minutos a las exposiciones) irremediablemente llevará al espectador a pensar más allá del objeto. Y allí es donde reside el éxito. 

Por supuesto que detrás de lo que él plantea hay nociones de historia del arte, teoría de la percepción visual, museografía, museología, psicología, filosofía, sociología, análisis de públicos, pedagogía, consciencia de la mercadotecnia, etc. 

 

Pero ojo, la idea que tiene de cómo debemos aprovechar lo expuesto en un museo evade la teoría, e incluye lo lúdico. Su método es flexible y apela a la inteligencia sensible y emocional de cada uno. Se centra en el disfrute de la visita al recinto cultural. Lo mismo da si miramos el “Autorretrato Múltiple” de Juan O´Gorman, la imagen de un martillo o un espejo. Lo importante es mirarnos mirando.

3.

La semana pasada más de 40 personas que trabajamos en museos morelenses nos reunimos en el Jardín Borda para ponernos al día en materia de mediación cultural.  Nuestra experiencia fue muy rica.  Aprendimos que un mediador jamás debe interponerse entre la pieza y quien mira. Un buen mediador debe borrarse. Un buen mediador debe ser un acompañante del proceso de ver. UN MEDIADOR NO DA VISITAS GUIADAS desde el lugar del maestro que lo sabe todo. Un mediador no repite datos que puede encontrar el interesado en fichas técnicas, libros, internet, documentales, etc.   

Gracias Mario Poggio, por haber compartido tan generosamente tu valioso método con nosotros. Esperamos pronto tu regreso. La exposición dedicada al General Zapata se avecina. Fin 

 

María helena gonzález
helenagonzalezcultura@gmail.com

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