Maestro Normalista Rural, cuya especialidad es la Sicología Educativa y la enseñanza a niños con discapacidad. Salvador Jaime Sánchez nació en Tetecala, Morelos el 6 de septiembre de 1961. Su papá era José Jaime, quien fue campesino, albañil, costurero y comerciante. Su mamá es Rosa Sánchez García y ambos se encargaban del taller de maquila de pantalones y camisas que elaboraban para varios negocios de ropa, de quienes recibían los materiales y así fabricaban la ropa para ser entregada a negocios particulares. Trabajo que a la muerte de su padre,  su mamá aún sigue efectuando con éxito.
Salvador tiene cuatro hermanos y con él son cinco; Verónica, Rosa Isela, Salvador, María Elena y José Martín. Verónica es maestra jubilada, Rosa Isela tiene tres hijos y vive en Estados Unidos, María Elena trabaja en Tetecala y José Martín es independiente. Sus padres los llevaban a los juegos de la feria en Tetecala, a veces al río Chalma el que hace años se secó y sólo cuando llueve y hay crecida, es cuando momentáneamente el río vuelve a tomar su curso.
Estudió la primaria en la Escuela Benito Juárez de Tetecala, la secundaria Técnica en su ciudad, le dieron una beca para Xocoyucan donde terminó la secundaria. Tuvo que regresar a Tetecala rehusando una beca que le daban para la escuela Normal Rural en el Quinto, Sonora. Fue una oportunidad que perdió por razones de índole familiar.
Nos cuenta que era un joven retraído y con muy buena memoria. No le interesaba llevar amistad con los valentones del salón de clases, a quienes siempre castigaban y los sentaban hasta atrás. Eso los hacia más agresivos contra él.
Salvador se quiso cambiar a la Escuela Secundaria y pidió su cambio de plantel. A pesar de estar siempre en conflicto con el profesor, pues no le atraían los temas que este impartía. El profesor le ayudo a conseguirlo y fue aceptado de inmediato. Desde Tetecala, el antiguo profesor lo mandó llamar para que terminara la escuela en esta ciudad, donde le hizo una prueba oral de lo más difícil. Sin embargo para la sorpresa del maestro, Salvador saco puros nueves y dieces de calificación.
Estudió la preparatoria vespertina en la número Uno de la UAEM y entró a la Normal para  Maestros dependiente de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Al terminar, comenzó a trabajar como maestro en la zona rural en el “Programa de Desarrollo del Niño de Cero a Cinco años, a través de Padres de Familia y Miembros de la Comunidad”. Programa que abarcaba por sitios a 16 comunidades de la Región Poniente, desde Temixco hasta Amacuzac. Al mismo tiempo, estudió en la Normal Superior la especialidad de “Sicología Educativa”, en esa misma escuela conoció a Eufrosina en el primer día de clases en el mismo salón. Se hicieron muy buenos amigos hasta que Salvador le declaró su amor y fueron novios durante cinco años. En 1985 contrajeron nupcias. Procrearon un hijo que se llama Salvador, quien tiene 23 años de edad y estudia en la Escuela Activa de Fotografía en la Calle Comonfort a un costado de la tienda de artesanías, “Las Campanas” frente a la catedral de Cuernavaca.
Gracias a que estudió Sicologia Educativa, lo invitaron a dar clases en Educación Especial a niños con discapacidad por parte de la Secretaría de Educación Pública, donde estuvo trabajando durante 25 años en CAM 5 y CAM 3 en Tlaquiltenango y también en USAER -22 y- 55, Unidad de Servicios de Apoyo a la educación regular con niños que tienen problemas de aprendizaje. Salvador fue el fundador de la USAER 55, siendo su Director durante 8 años y llegándose a jubilar, al mismo tiempo que su esposa Eufrosina, en diciembre de 2015.
Trabajar en Educación Especial fue toda una etapa de aprendizaje más que de enseñanza. Se aprende más de lo que se inculca, sin importar la discapacidad que el alumno tenga. Todos son alegres, optimistas y decididos a llegar más allá de sus capacidades sin pensar en sus diferencias con los demás.
Esas se las marcan las personas que supuestamente no tienen ninguna discapacidad y a veces la ignorancia es la peor de las incapacidades sin importar el grado de escolaridad que tengan y a la discapacidad le es más necesaria la aceptación y la comprensión por parte de la sociedad en general.
Convivir con la comunidad silente fue para él gun orgullo ser confundido con un sordo; vivir en carne propia, aunque sea por un momento, la manera como ellos ven el mundo y cómo el mundo los ve a ellos. Con los alumnos ciegos, aprendió a ver con otros ojos. Cada alumno, con su nivel de discapacidad, enseña a ver el mundo desde una perspectiva propia, las que el resto de las personas jamás lo podrán ver.
En una ocasión tuvo la oportunidad de asistir a una Olimpiada Especial a nivel nacional realizada en el puerto de Veracruz y  ahí pudo ver como los deportistas especiales los que literalmente dan la vida por demostrar de lo que son capaces de lograr, lo cual las demás personas no se atreverían a hacer. En este evento le dieron sentido al Juramento Olímpico que dice: Quiero ganar, pero si no lo logro al menos quiero tener el valor de intentarlo. Ellos dicen que es mejor fracasar en el resultado que arrepentirse de no haberlo intentado.
Salvador tiene muy buenas relaciones con su esposa e hijo y los tres salen a pasear frecuentemente. Les gusta el teatro y los conciertos musicales, pues tanto a Salvador, a Eufrosina y a su joven hijo, les fascina la música clásica y la opera. Escucha a Mozart, Bethoven, Placido Domingo y Bochelli, entre otros. Le fastidia la música de banda, sin dejar de reconocer que cada tipo de música tiene su época y su público, pero esa música tampoco les atrae a su esposa ni a su hijo Salvador.
Conoció Acapulco a los seis años de edad y quedó muy asombrado por la inmensidad del mar, de su arena y de sus hermosas playas. “Aún recuerdo lo emocionado que estuve, pues nunca pensé que el mar fuera tan grande y tan distinto a la tierra donde se encuentran nuestras parcelas de mi querida Tetecala mi ciudad”. Por primera vez conoció el cine al cumplir 16 años de edad, con la película Star World, “en la que, cada vez que pasaba un avión se agachaba para no ser golpeado en la cabeza”, nos cuenta riéndose de ese pasaje.
Salvador y su hijo están tomando clases de pintura con el maestro Manuel Oliva, quien pinto el mural del hotel Barceló y participó en el mural de Anenecuilco, Morelos.
Maestro Normalista, experto en enseñanza para niños con discapacidad, dispuesto a entregar la vida por los jóvenes con capacidad especial, incansable lector, adorador de la música clásica y gran padre de familia, el profesor Salvador Jaime Sánchez se ha ganado todo el respeto y la admiración de la comunidad por su gran labor al servicio de Morelos.

Por: Rafael Benabib / rafaelbenabib@hotmail.com

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