A todos nos ha pasado: escuchamos una canción por unos segundos —en el coche, en el supermercado o en un video de redes sociales— y de pronto, sin darnos cuenta, empieza a sonar una y otra vez en nuestra mente. Puede ser un éxito de reguetón, un tema infantil o un clásico del pop. Ese fenómeno tiene nombre científico: se llama “gusano auditivo” o earworm, y la neurociencia ha comenzado a descifrar por qué ocurre.
La música que se queda pegada en el cerebro
Según investigadores de la Universidad de Durham y la Universidad de Harvard, los earworms aparecen cuando una canción activa las zonas cerebrales relacionadas con la memoria musical, el lenguaje y la dopamina —el neurotransmisor del placer—.
Estas áreas, ubicadas principalmente en el lóbulo temporal y la corteza auditiva, repiten mentalmente fragmentos de melodías que el cerebro considera placenteras o familiares, incluso sin estímulos externos.
Los científicos llaman a esto imagen musical involuntaria (INMI): un “eco sonoro” interno que puede durar segundos o, en casos extremos, horas.
¿Qué tipo de canciones provocan más earworms?
No todas las melodías tienen el mismo poder de quedarse atrapadas. Según estudios publicados en Psychology of Music y The Conversation, las canciones más “pegajosas” comparten características comunes:
Estructura repetitiva y ritmo constante, que permiten al cerebro anticipar lo que sigue.
Frases cortas y predecibles, con intervalos melódicos pequeños.
Palabras simples o coros memorables, como los de “Bad Guy” de Billie Eilish o “As It Was” de Harry Styles.
Emociones asociadas: si una canción se relaciona con un recuerdo feliz o un momento intenso, el cerebro la guarda con más fuerza.
Cuando el placer se vuelve molesto
Aunque suelen ser inofensivos, los gusanos musicales pueden resultar irritantes cuando se repiten sin control. Intentar olvidarlos suele empeorar la situación, debido a un fenómeno psicológico llamado efecto irónico: cuanto más tratas de no pensar en algo, más lo haces.
Algunos estudios también indican que personas con rasgos perfeccionistas, ansiosos o con tendencia a la rumiación mental experimentan earworms con mayor frecuencia.
Cómo hacer que se detengan (según la ciencia)
No existe un método infalible, pero los expertos sugieren algunas estrategias útiles:
1. Escucha la canción completa: el cerebro puede “cerrar el ciclo” y soltarla.
2. Cambia de estímulo: resuelve un acertijo, lee o habla con alguien.
3. Pon otra canción (pero cuidado de no cambiar un earworm por otro).
4. Mastica chicle: al usar los músculos del habla, el cerebro interrumpe la repetición interna.
5. Evita el silencio absoluto: el ruido ambiental o la música instrumental ayudan a distraer la mente.
De acuerdo con un estudio el 98 % de las personas ha experimentado al menos una vez un “gusano auditivo”.
Aunque la mayoría lo vive como algo curioso o divertido, algunos casos pueden durar días y volverse incómodos.
