Más allá de la amputación física, miles de personas en el mundo cargan con un dolor invisible pero persistente: el del miembro fantasma. Esta condición, documentada desde el siglo XVI, afecta a quienes han perdido una extremidad, pero siguen percibiéndola como si aún estuviera ahí. Para muchos, no es solo una curiosidad médica, sino una experiencia dolorosa y perturbadora que puede acompañarlos por el resto de sus vidas.

El cerebro no olvida

Investigadores de la Universidad de Oxford han demostrado recientemente que el cerebro conserva una “huella” duradera del miembro perdido. A través de resonancias magnéticas realizadas a personas que perdieron sus extremidades hace más de una década, los científicos comprobaron que la actividad cerebral correspondiente a esa parte del cuerpo seguía intacta, especialmente en aquellos que aún sentían su presencia o dolor.
Según los expertos, el mapa neural del cuerpo permanece en el córtex sensorial como si nada hubiese cambiado. Es decir, aunque el cuerpo físico ya no esté completo, el cerebro insiste en que sí lo está.

¿Qué se siente?

El fenómeno no es únicamente una sensación fantasmal. Las personas pueden experimentar dolores punzantes, ardor, picazón o presión. Algunas sienten que sus dedos se mueven o que el miembro está torcido en una posición incómoda. En ciertos casos, incluso se perciben movimientos que nunca existieron, como una pierna inexistente que tiembla.

El síndrome del miembro fantasma afecta a más del 90 % de las personas amputadas, y cerca del 65 % sufre dolor severo relacionado con esta condición, según datos reunidos por la Universidad Iberoamericana.

¿Por qué ocurre?

Existen varias explicaciones complementarias:
    •    Memoria sensorial del sistema nervioso, que sigue enviando señales desde los nervios que antes conectaban con la extremidad perdida.
    •    Plasticidad cerebral, por la cual el cerebro reconfigura áreas sensoriales tras la amputación, a veces generando “cortocircuitos” de dolor o sensación.
    •    Desajustes entre el cuerpo real y el “cuerpo virtual” que el cerebro sigue proyectando, lo cual desencadena conflictos sensoriales.

¿Tiene tratamiento?

Aunque no existe una cura definitiva, varios tratamientos han demostrado eficacia parcial:
    •    La terapia del espejo, desarrollada por el neurocientífico V.S. Ramachandran, engaña al cerebro al mostrar el reflejo del miembro sano moviéndose, lo cual puede calmar el dolor.
    •    El uso de realidad virtual y prótesis inteligentes permite a los pacientes “interactuar” con su extremidad fantasma y reentrenar su sistema sensorial.
    •    Se emplean medicamentos como anticonvulsivos, antidepresivos y opioides, aunque con efectos variables.

El costo invisible de la amputación

El miembro fantasma no solo representa un dolor físico; también tiene implicaciones psicológicas. Muchos pacientes reportan insomnio, ansiedad y dificultad para aceptar su nueva condición corporal. En algunos casos, el dolor se convierte en un obstáculo para la rehabilitación y la adaptación a las prótesis.

 

julio  2025  - CDI Morelos

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