A pesar de que tenemos libertad de expresión, ya sea a través de los medios, de cualquier escrito o verbal, tenemos la obligación ética de decir la verdad. Me refiero a cualquier persona que dé su punto de vista sobre lo que está sucediendo en su país o en el mundo entero.

Me refiero a las opiniones que circulan entre los políticos y los cibernautas en general quienes no sólo aceptan las opiniones, sino repiten sus puntos de vista, a quienes utilizan las redes sociales e intervienen en lo que ahí leen, pero en especial a aquellos que manejan las noticias dentro de la carrera periodística.

Aquel que entrega sus trabajos al medio que los va a publicar tiene la obligación de escribir lo que realmente está oyendo o viendo, que esa información le llegue al propietario del medio en que trabaja sea auténtica y verídica y de la misma manera, el dueño del periódico o canal televisivo la analice y la verifique antes de que salga impresa o al aíre.

En cuanto a quien va a intervenir con su opinión, relea lo ahí impreso, también lo analice y escriba o no su punto de vista, pero siempre lo más apegado a la verdad.

Las noticias falsas sobre el Covid-19 o infodemia le hacen mucho daño al ciudadano respecto a cualquier tema, pero en especial a la pandemia del Covid-19 quienes de por sí estamos nerviosos tratando de ver si se le presenta cualquiera de los síntomas de la enfermedad, de los que ya sabemos gracias a la información que los especialistas como el doctor Hugo Sánchez Gatell nos ha explicado los pasos que tenemos que seguir en la vida diaria, como lavarnos las manos con agua y jabón, el usar el tapabocas, guardar una sana distancia y quedarnos en casa para no ser contagiados.

Nos hemos alejado de nuestras amistades, no queremos salir de la casa ni dejar entrar a nadie, así sea un amigo o un familiar que pueda ser portador del virus; y cada vez que lo vemos en televisión volvemos a lavarnos las manos buscando uno de los síntomas del coronavirus o de los que una y otra vez nos han explicado.

Recogemos el periódico de la mañana y todo lo que vemos es de dar temor. Pido que me traigan varios diarios nacionales y cada uno trae una noticia diferente, pero todos se encargan de meternos miedo, pues en uno sale que ya llegamos a más de 100 mil muertos, que los tapabocas no sirven, que faltan muchos años para que nos llegue la vacuna que costara miles de pesos o que si entras al Seguro Social ya no vuelves a salir con vida o que hay rebrotes en todo el País, etcétera.

Prendo el televisor y vemos que nada de lo que viene en los periódicos es cierto; que no volveremos a comprar ni uno más, porque con tanta desinformación nos estamos volviendo locos. Nos preguntamos por qué no revisan si lo que les dijo el periodista es correcto; por qué no dan un seguimiento a la noticia y se aseguran como buenos informantes que lo que dicen es la verdad, ya que con un poco de análisis de esta pueden quedar bien con sus lectores y no estar desprestigiándose, lo que seguramente va a repercutir en los anunciantes que ven que el periódico tiene más baja su credibilidad y el diario deja de circular entre los probables clientes.

La pandemia debe de ir acompañada de información auténtica para el lector, usar el lenguaje coloquial para que sea entendido por el ciudadano interesado por la información lo más cerca de la realidad, a las personas que tienen gente conocida e inclusive familiares que están infectadas por este terrible pandemia llamada coronavirus y necesitan la información directa de su periódico preferido y de la misma manera los horarios televisivos cuyos locutores hablen con el público, el que está desesperado con información y con desinformación pues ya no saben a quién creerle.

Las noticias falsas acerca de la salud que contradicen a los investigadores, a la ONU, a la OMS y a otras organizaciones. Estas pueden haber comenzado con alguien que lea una noticia y la repita con una mentira falseando el mensaje de dicho escrito. Se cree que el origen de este fenómeno viene de las redes sociales, las cuales son usadas de buena o mala fe por cualquier personaje, ya sea para emitir su punto de vista o que desee hacer algún daño desinformando por ignorancia de lo que le pasa a la gente en la vida diaria y los medios dicen que es por falta de apoyo económico gubernamental.

Durante un tiempo las redes sociales superaron a los medios de difusión en cuanto a noticias sin anuncios, sin propaganda y le dio voces a la gente que jamás pudo emitir una queja, una aclaración o algún punto de vista sobre cualquier tema, en especial sobre asuntos de política.Los medios se dieron cuenta de esa fatal competencia y a través del amarillismo –lo más impactante y sobresaliente de la noticia a ocho columnas en la portada y/o el resumen de los noticieros en los medios televisivos- ya no retenían lectores a quienes iban perdiendo, al dejar de comprarles publicidad ya que las redes les iban quitando presencia.

Y cuando los encabezados ya no eran atractivos, comenzaron a usar las noticias falsas a ocho columnas con reportajes llenos de mentiras. El reportero está engañando al editor del periódico al no entregarle la noticia verdadera y el editor se engaña a si mismo por no analizar la noticia e ir a verificar la historia, ya que al presentarla al dueño del diario, este se la va a devolver o la publicará tal como viene convirtiéndose en cómplice de la falsedad de la noticia.

Dar un seguimiento a la noticia mostrando la verdad por delante, logrará que su medio informativo siga teniendo el prestigio que se puede perder por un error. Ese tipo de equivocación está sucediendo en los medios en general los que gustan de usar las noticias falsas, aunque en ello vaya el ataque hacia las informaciones que explican los investigadores sobre el Covid-19 el que nos tiene encerrados y espantados de que en cualquier momento nos podamos infectar.

¿Dónde está el apostolado del periodismo si nos miente poniendo en peligro la vida de miles de lectores y de los televidentes al no saber cuál es la verdad: cuándo llegará la cura y que pasos a seguir? si el periódico y el noticiero nos dicen lo contrario, además de que inventan noticias negativas que nos aprietan el corazón pensando en nuestro futuro, en el de nuestra familia y en el daño que le están haciendo al prójimo.

Aún es tiempo de rectificar y volverse a ganar el prestigio y la credibilidad de sus lectores y de sus anunciantes quienes están aterrados por la información, unos por la salud y otros por la economía. Además no hay que olvidar que “las palabras obligan a los hechos”. 

Por: Rafael Benabib / rafaelbenabib@hotmail.com

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