No sólo el presidente de México licenciado Andrés Manuel López Obrador está disgustado con el gobierno de Estados Unidos por estar haciendo sus propias investigaciones dentro de nuestro País durante muchos años, sin hacerlo del conocimiento de lo que sucede en México, con respecto al no notificarlo de sus indagaciones sobre una persona corrupta o no, pero tratándose de un  ciudadano mexicano, lo menos que puede hacer es informarle de los pasos que pretende dar en nuestro País y no actuar como si siguiéramos siendo el patio trasero de su enorme nación.

El que se permita que su equipo de espías internacionales, directores de las oficinas policiacas que se encuentran establecidas en México, los secretarios de seguridad, que se supone están para salvar el nombre, el prestigio, la seguridad interior y la exterior de su País, tengan un departamento de relaciones internacionales para seguir las normas de su actuación dentro de México de cooperación e información a su vecino, socio y amigo, sobre las pesquisas que hace dentro de un país soberano como lo es México, marca una semejanza del tacto y de la inteligencia de un orangután.

Y no es suficiente hacer una declaración pública y acusarlos de intromisión en asuntos que competen el conocimiento de cualquier actuación dentro del Pais, sino mandar llamar al Embajador de Estados Unidos en México, señor Landau a exigirle una explicación del porqué estuvo investigando a un personaje como el General Cienfuegos, sin consultar o hacer del conocimiento a la cancillería mexicana de un paso de tanta importancia como lo es el pisotear la soberanía de nuestro País y exigirle una respuesta o esperar una disculpa del presidente Trump.

¿Qué les parecería que la Guardia Nacional Mexicana se metiera a la Ciudad de Washington a perseguir y a investigar durante varios años a un capo estadunidense (de los que hay por cientos), quien compra y distribuye la droga por todo el mundo; y este sujeto llegue a México, como comprador de la droga o como turista y ya lo esté esperando la policía federal para tomarlo preso y enjuiciarlo en nuestro País? ¿O ellos si tienen derecho y nosotros no? Estoy seguro de que nos mandarían de inmediato a 5 mil marines a “salvar a este personaje bajo la premisa de que invadimos su País y el sujeto es ciudadano estadunidense”.

La Agencia Antidrogas estadunidense (DEA), está arraigada en la Ciudad de México desde su fundación en   Julio de 1973 por el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon. 

Uno de los agentes más nombrados de la DEA en México fue Enrique (Kiki) Camarena Salazar quien nació en Jalisco y emigró a los Estados Unidos donde consiguió su residencia. Sirvió dos años en el Ejército y en 1985 fue ultimado en México y no se sabe por quién, ya que murió de una sobredosis de estupefacientes. Fue un caso muy sonado que se vio envuelto con connotados narcotraficantes y con conocidos jefes de la policía mexicana. 

La DEA tiene en México cinco oficinas regionales de las 66 que están establecidas trabajan por todo el mundo, donde también están como policías cuidando a su País. Estas cinco oficinas regionales están localizadas en Guadalajara, Hermosillo, Mazatlán, Mérida y Monterrey.

Parte de la oficina en la Ciudad de México, se encuentra en un edificio sobre la Avenida Paseo de la Reforma, donde también se encuentran las del FBI, Policía Secreta y varias otras representantes de agencias de seguridad del país vecino. Al preguntarles que hacen en un país que no es el propio, contestaron que están todas las agencias de Estados Unidos coordinadas entre sí en apoyo al gobierno mexicano para conducir operaciones en contra del narcotráfico y del lavado de dinero por parte “de las grandes organizaciones de narcos a gran escala”, sic.

Todos los agentes de la DEA tienen permiso para portar armas. Dicho permiso está expedido por una agencia de seguridad de Estados Unidos en idioma inglés, sin importar que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, prohíbe de manera tajante a los agentes y militares extranjeros la portación de armas de fuego dentro del Territorio Nacional.

En 1992 con la definición de seguir las reglas del juego, a los agentes de la DEA les quedó totalmente prohibida la portación de armas de fuego en México, después que el presidente Fox a principio del siglo XXI les permitió edificar esa construcción en el Paseo de la Reforma, más ostentoso que los ahora cuarteles de la Guardia Nacional. Después con Felipe Calderón fue una guerra que empezó a matar a narcos que no estaban de acuerdo con el gobierno y donde hubo miles de muertes colaterales de las que no se habló en Estados Unidos como tales, sino como puros narcotraficantes.

En tiempos de Calderón fue el auge de la DEA, cuando empezaron a mostrar sus armas y dejarle saber a la policía judicial que ellos tenían licencia, superando muchas veces a las fuerzas locales para portar armas de mayor calibre con permiso de la “Embajada” y del gobierno mexicano y, en efecto, en la era Calderonista, hubieron mayores facilidades para que los agentes de la DEA trabajaran con gran libertad sin importarles las leyes mexicanas, con el apoyo ilimitado del presidente Calderón.

La DEA sentó sus bases en la persecución de los narcotraficantes. Muchos de ellos se hicieron socios de los mismos en cuanto permitirles el paso hacia Estados Unidos, a recibir dividendos de la venta de la droga en su País y jamás detener a ningún capo dentro de su área y mucho menos si fuese estadunidense. Pero eso sí, a las pandillas que se encargaban de repartir y vender la droga al menudeo no les hacían nada, pero una vez en manos de los revendedores, apresaban al comprador también, haciendo un escándalo mediático para mostrar que se estaba trabajando contra la drogadicción.  

En múltiples  ocasiones se han presentado los agentes de la DEA investigando, con la ayuda de la policía mexicana, a capos nacionales para ser llevados a su País y enjuiciarlos como si los hubieran detenido dentro de Estados Unidos.

Hoy en día en México ya no hay guerra contra el narco. Ahora nos interesa el futuro de los niños y de los jóvenes a quienes se les están dando la oportunidad de estudiar gratuitamente y a los jóvenes a trabajar como aprendices en cualquier obra o taller, pagándoles una beca para que sobrevivan con un sueldo fijo y obtener la experiencia de un trabajo que después les dará mejores armas para enfrentarse a la vida. Y quienes necesiten de la droga que la consigan sin violencia.

Tengo la pena de notificarles del fallecimiento del gran amigo, el licenciado Heliodoro Brito, acaecido este fin de semana en su oficina del Pasaje Caballero Díaz. 

 

Reciba su familia nuestro más sentido pésame por tan lamentable pérdida y le decimos adiós al poeta, al magnífico orador, al campeón de laas competencias  de ajedrez, al abogado de los desposeídos del campo y al inigualable declamador: licenciado Heliodoro Brito Román. Qenpd.

Por: Rafael Benabib / rafaelbenabib@hotmail.com

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