En nuestra ciudad de Cuernavaca contamos con uno de los edificios civiles más antiguos de América Continental, nos referimos al esplendoroso Palacio de Cortés, que fuera casona del conquistador Hernán Cortés y sede de su marquesado del Valle, hoy Museo de los Pueblos de Morelos, recientemente reabierto al público el pasado jueves 30 de marzo.

Existe en América otra casa que fue propiedad de Hernán Cortés, se encuentra en Santo Domingo, República Dominicana. Hoy en día es ocupada por la embajada de Francia en ese país, en donde se realizan exposiciones y otras actividades culturales. Se ubica casi al final del paseo de El Conde, en la calle de Las Damas (o calle Colón), paralela al río Ozama y a unos metros de la Fortaleza del mismo nombre. Esa casona fue uno de los primeros solares que se levantaron en la ciudad fundacional, es de estilo medieval de dos niveles, con muros de más de un metro de ancho. Muy cerca de ahí, en la misma calle, existe otro edificio muy parecido que alberga al Museo de las Casas Reales, que se piensa fue construida por el mismo arquitecto. Fueron edificadas como fortalezas con los materiales locales, que son piedras coralinas. En la misma calle, a 1,200 metros al norte se encuentra el famoso alcázar de Diego Colón, hijo sucesor de Cristóbal Colón, que algunos aseguran sirvió de inspiración al conquistador de México para construir su casona de Cuernavaca.

Hernán Cortés arribó a La Española en 1504 (Isla que actualmente es compartida por dos naciones, Haití y República Dominicana). Cortés realizó un difícil viaje desde España en una flota de cinco navíos que estaba al mando de Alonso Quintero. Contaba apenas con 19 años de edad y buscaba hacer fortuna. Sabía que tendría que hacer méritos, así que al llegar participó como soldado en la pacificación de algunas zonas de la isla, debido a la rebelión de los grupos indígenas más numerosos que eran los taínos, los ciboneyes y los caribes. El biógrafo de Cortés y cronista de la conquista Francisco López de Gómara comentó: “Cortés, sin conocimientos ni práctica de la guerra hasta entonces, ejecutó en esta campaña muchos y muy notables hechos de armas, dando ya anuncios de su futuro esfuerzo: lo cual bastó para que desde entonces lo apreciase su gefe…” Por sus méritos el gobernador de la Isla, Nicolás de Ovando y Cáceres le dio algunos indios en encomienda y la escribanía de la villa de Azúa, a 110 kilómetros al poniente de Santo Domingo, convirtiéndose en uno de los más cercanos colaboradores del gobernador.

En 1509, Nicolás de Ovando es llamado a España y es sustituido por Diego Colón, que es nombrado Gobernador General de las Indias. Diego y su esposa María de Toledo arribaron a la isla junto con un gran séquito. María venía escoltada por sus damas de compañía, entre las que se encontraba Catalina Xuárez, Juárez o Suárez, quien sería la futura esposa de Cortés.

Diego Colón y su gente se hospedaron inicialmente en una fortaleza que es conocida como “Torre Homenaje” e inmediatamente ordenó la construcción de lo que sería su palacio, conocido como el “Alcázar de Diego Colón”; las obras iniciaron en 1510. Para 1512 ya estaba terminado este inmueble, esto se desprende de un documento notarial del 29 de diciembre de ese año que dice estar firmado en el “Palacio del Almirante”.

Colón reclamó por muchos años los derechos que tenía su padre por los descubrimientos en América (había muerto en 1506), así que inició una nueva etapa de expansión y búsqueda de nuevas rutas mercantiles. Así que Cortés se sumó a esa aventura y dejó su casa de Santo Domingo para acompañar a Diego Velázquez a la conquista de Cuba, partiendo en noviembre de 1511.

El historiador Otto Shoenrich que escribió en 1958 el libro “El Alcázar de Diego Colón” afirmó que: “Cortés, conquistador de México, que había sido escribano en Azua, y su teniente Pedro de Alvarado lo vieron (el alcázar) cuando salieron para cuba en el 1511”.

Cuando Cortés conquistó Quauhnáhuac el 13 de abril de 1521, tomó esta población como su feudo personal, y seguramente, como había quedado impresionado por el alcázar de Diego Colón, encargó la construcción de una casona parecida, en este sitio que tenía un clima maravilloso y una magnífica vista hacia los volcanes, en donde además podría contemplar los valles y tierras de lo que sería su marquesado.

Pero Cortés regresó pronto a vivir a su casa de Santo Domingo, en donde se dedicaba a jugar cartas y a tener aventuras amorosas. Su otro biógrafo Bernal Díaz del Castillo decía: “Oí decir que cuando mancebo en la isla La Española fue algo travieso sobre mujeres, y que se acuchilló algunas veces con hombres esforzados y diestros, y siempre salió con victoria…”. Las mujeres por las que peleaba eran indígenas, pues en ese entonces no había muchas mujeres españolas en la isla.

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