En las últimas dos décadas, las poblaciones de mariposas en Estados Unidos y Europa han experimentado una disminución alarmante, lo que ha encendido las alarmas en la comunidad científica sobre el futuro de la biodiversidad.
Una investigación reciente, que abarcó más de 76.000 monitoreos, reveló que entre 2000 y 2020, la cantidad total de mariposas en Estados Unidos se redujo en un 22%. De las 554 especies estudiadas, un tercio mostró una disminución significativa, mientras que solo un 3% experimentó algún tipo de crecimiento poblacional. Este descenso refleja un fenómeno preocupante que afecta a diversas especies en el continente.
Por otro lado, en el Reino Unido, un informe de National Geographic destaca que el 8% de las especies residentes de mariposas desaparecieron por completo, mientras que en los Países Bajos la cifra alcanza el 20%. Desde 1990, la población total de mariposas en este país se redujo a la mitad. En Bélgica, los números son aún más alarmantes: en la región de Flandes, el 29% de las especies desaparecieron, y la población general disminuyó en un 30% en los últimos 30 años.
Estas estadísticas no solo reflejan una crisis en las poblaciones de mariposas, sino que también son un claro indicio de la pérdida de biodiversidad que afecta a los ecosistemas de todo el mundo. Las mariposas, al ser uno de los insectos más visibles, se han convertido en un indicador crucial de la salud ambiental. A pesar de la gravedad de la situación, los expertos aseguran que las mariposas pueden recuperar sus poblaciones si se implementan medidas de conservación adecuadas. Entre las estrategias más eficaces se encuentran la restauración de praderas, la protección de hábitats naturales y la reducción del uso de pesticidas, que son responsables de gran parte de su desaparición.
Además, la plantación de especies nativas como el algodoncillo, esencial para la supervivencia de la mariposa monarca, es una de las acciones clave para asegurar la recuperación de estas especies.