En la península de Yucatán, la tradición oral guarda una de las leyendas más inquietantes y persistentes: la del Huay Chivo, un ser sobrenatural que mezcla elementos del misticismo maya con el imaginario popular contemporáneo. Descrito como un brujo capaz de transformarse en chivo, este ente es temido por su poder, su apariencia terrorífica y los desastres que provoca a su paso.
El término proviene de la combinación de dos lenguas: “huay” o “waay”, que en maya yucateco significa brujo, espíritu o hechicero, y la palabra española “chivo”, dando lugar al nombre de “chivo brujo”. Según la creencia, los huayes son brujos que dominan artes oscuras y tienen la facultad de transformarse en animales como pavos, perros o chivos para cometer fechorías. El Huay Chivo es considerado uno de los más poderosos y malignos.
Las versiones más difundidas cuentan que se trata de un hombre que, tras pactar con las fuerzas oscuras, adquirió la habilidad de convertirse en chivo durante la noche. Con ojos brillantes, pelaje negro y un hedor inconfundible, se le acusa de matar animales de corral, beber su sangre y generar enfermedades entre quienes lo ven de frente. Algunos ancianos incluso aseguran que su mirada puede provocar fiebre y debilidad, como si robará la energía vital.
En comunidades rurales de Yucatán es común escuchar advertencias: “Si escuchas cascos en la noche o ves un chivo de ojos encendidos, no lo mires, no lo sigas, porque puede ser el Huay Chivo”. Un fuerte olor a azufre y la sensación de un frío antinatural anuncian su presencia.
El Huay Chivo también es relacionado con otras figuras míticas como el nahual, el brujo que puede tomar forma animal, y con criaturas modernas como el chupacabras, debido a la similitud en los ataques al ganado. Sin embargo, su origen está profundamente arraigado en la cosmovisión maya, donde la brujería, los pactos y las transformaciones son elementos recurrentes.
Incluso hoy, en pueblos y pequeñas comunidades de Yucatán, hay quienes aseguran haberlo visto o escuchado. Testimonios modernos hablan de gallinas muertas sin rastro aparente, de cabras desaparecidas y de encuentros fugaces con un animal imposible de atrapar.
