Dicen los de Cuernavaca:
¡Que el animal que es del agua,
nomás la pechuga saca!

Algunos me han preguntado
El origen del corrido,
y si tienen esa duda,
aquí, les narro yo esto:

Con esa tonadilla inicia y termina el corrido revolucionario zapatista “El albur de la muerte” de autor anónimo.
¡Upa y apa!, es todavía de uso popular en algunos pueblos de Morelos, que desde tiempos de la Revolución es arenga. “El animal que es del agua / nomas la pechuga saca”, hace referencia al “pato”, dicho de persona presuntuosa que va con el pecho erguido.  
Al término de la lucha armada, esa copla siguió siendo la expresión del orgullo cuernavacense, reto y arenga de oriundos; usada hasta los años sesenta del pasado siglo. Se aplicó tanto de manera festiva como combativa, como cuando era lanzada a los visitantes capitalinos fin-semaneros, y que venían a la ciudad los fines de semana a “tomar la plaza”. Y ellos no callaban retorcían esos versos con un ¡Yupi yepa y yapa! chinguen a su madre los de Cuernavaca. Y se armaba la trifulca, nomas faltaba, “a mano limpia” cabrones… y no faltó un capitalino que se lavara las manos en la Fuente del León; tú con ese, a ti te toca este, tú agárrate aquel, a mi déjenme ese, algunas fueron históricas batallas campales, varias, contra cadetes uniformados del Colegio Militar, y cuando había que entrarle pues a entrarle, una que otra nariz rota y algunos descalabrados, pero no más, ahí quedaba todo, y luego hasta se hacían amigos, eran otros tiempos. Eran rencillas comunes en fiestas particulares, no había antros como hoy, pero más frecuentes los domingos en el Jardín de los Héroes, hoy Plaza de Armas, durante “La Vuelta al Jardín” cuando el sol ya pardeaba, costumbre provinciana que también sucumbía en esa década y que venía desde antes de la época porfiriana, los hombres daban la vuelta para un lado en grupos, y las mujeres en el otro sentido, encontrándose cada media vuelta, era la forma de “amarrar” novia, pero de pronto irrumpían los capitalinos en bola.
Cuernavaca fue capital de la nación con el presidente Juan Álvarez y otra vez cuando se traslada a esta ciudad la Soberana Convención Revolucionaria, tiempos en que se escribe el corrido de nuestro tema, “El albur de la muerte” que relata un hecho vivido en el barrio de Gualupita por los Generales zapatistas Felipe Neri y Amador Salazar, ambos de Cuernavaca. En este corrido, se menciona al General Juvencio Robles que fue comandante Federal de la División del Sur y gobernador de Morelos en 1913, quien, durante la campaña contra Zapata, quemaba pueblos enteros Ticumán, Elotes y Santa María quedaron reducidos a cenizas, ordenó asesinatos en masa de campesinos pacíficos, y en vez de debilitar a Zapata, lo que hizo fue fortalecerlo. La gente del campo se enfureció y se unía a los Zapatistas, que llegaron a tener entre 27.000 y 30.000 hombres.
Aquí el corrido original, hay que leerlo cantado o declamado, de manera vigorosa y pausada:

Vóy a cantar un corrido
que vale un filón de plata;
por lo que hicieron tranquilos
dos guerreros de Zapata.

Por eso al cantar me afilo:
y empiezo con un: ¡Upa y apa!

--¡Upa y apa! ...–
Dicen los de Cuernavaca:
¡El animal que es del agua,
nomás la pechuga saca!...

Huyó una orquesta de pájaros.
Se oyó música marcial.

Juvencio Robles: El Diablo,
quemaba mucho jacal.
Cada cacique era endriago
o Cancerbero infernal.

Felipe Neri, calmado,
dijo a Amador Salazar:
--Para descansar un rato,
jugaremos un conquián...--
Y pesos fueron jugando,
siempre de menos a más.

Luego le dijo Neri: -- ¡Vamos
hora un albur a jugar!
Pero el juego lleva un trato
por nuestra causa social:
al traidor de Román Castro,
el que pierda, ha de matar.

--¡Juega el naipe y va jugando!--
Dijo en el juego el rival.
Puso en la mesa un caballo
y Neri, una sota en par.
Y pues llegó el as de bastos;
siete de espadas en paz;

cuatro de copas al tacto, ...
y sota de oros; ¡Nomás!...
--¡Yo perdí el albur, muchachos!
Dijo el agrarista audaz.
En mi retinto cuatralbo
este albur voy a pagar...

Yautepec era un relajo:
había enemigos demás;
y entre todos, Román Castro,
el jefe municipal;
que con Zapata había andado;
pero hoy, era federal.

Estaba medio borracho
y echándoselas pa’trás.
Hizo la boca de lado
y comenzó a perjurar:
-- ¡Yo el agrarista más cauto:
a Zapata, he de colgar!...

-- ¡Cierra la trompa, marrano!--
gritó Amador Salazar...

Los hachones se apagaron
y vino la oscuridad;
y en la lluvia de balazos,
la muerte encontró a Román.

Salió con pistola en mano,
por si lo querían cazar,
y arriba de su cuatralbo
gritó: -- ¡Yo soy Salazar!--
Y le llovieron las balas
sin encontrarlo jamás ...

Díganme si este corrido,
¿no vale la pura plata?
Aquí un jefe decidido
pagó albur…, y honró a Zapata

Y aquí finiquito, amigos,
con el grito de: ¡Upa y apa!

--¡Upa y apa!
Dicen los de Cuernavaca:
¡que el animal que es del agua,
nomás la pechuga saca!

P.D. Hasta el otro sábado

 

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