En la era digital, hasta el amor ha comenzado a tercerizarse. Lo que antes nacía con una carta escrita a mano o una conversación nerviosa en una cafetería, hoy puede iniciar con la intervención de un chatbot. Desde redactar un primer mensaje en una app de citas, hasta componer votos matrimoniales o incluso gestionar una ruptura, cada vez más personas recurren a la inteligencia artificial para navegar las complejidades del romance moderno.
Aunque pueda sonar a ciencia ficción, esta tendencia es ya una realidad cotidiana, especialmente entre las generaciones más jóvenes. Según testimonios recientes, muchos usuarios de plataformas como Tinder, Hinge o Bumble han comenzado a utilizar herramientas como ChatGPT para redactar mensajes que les ayuden a destacar o conectar mejor con sus intereses románticos. Algunos incluso lo consideran un “coach sentimental”.
El auge del “DateGPT”
Juan*, un joven de 22 años, relató cómo comenzó a experimentar con ChatGPT para mejorar su interacción en apps de citas. Tras encontrar a una chica que le parecía interesante, pidió al chatbot que redactara un mensaje “coqueto, pero sin exagerar” para invitarla a salir. El resultado fue tan convincente que decidió enviarlo… pero por accidente, también compartió toda la conversación que sostuvo con la IA. Lejos de espantar a su cita, la anécdota provocó más curiosidad que rechazo.
Y es que, en pleno 2025, el uso de IA en temas amorosos ya no es motivo de escándalo. Desde asistentes para redactar cartas de ruptura empáticas hasta analistas de conversaciones en tiempo real, las herramientas basadas en lenguaje natural han entrado de lleno en el terreno de las relaciones afectivas.
¿Una ayuda emocional o una evasión emocional?
Para algunos expertos, este fenómeno tiene un trasfondo más profundo. El doctor Jeff Guenther, terapeuta certificado, ha señalado que muchos hombres acuden a ChatGPT no sólo para enamorar, sino también para enfrentar conflictos dentro de sus relaciones. “Es más común que los hombres deleguen su trabajo emocional. Acuden a la IA antes que a un terapeuta”, menciona.
Esto puede ser útil en el corto plazo. Algunos usuarios aseguran que la IA les ha ayudado a comunicarse mejor, evitar errores comunes o incluso reflexionar sobre sus emociones. Pero también existe el riesgo de sustituir el crecimiento personal por respuestas generadas automáticamente. Como apunta Guenther, “no están madurando, no están aprendiendo, sólo están eludiendo el proceso”.
¿Qué tan auténtico es el amor asistido por IA?
La autenticidad sigue siendo uno de los grandes dilemas éticos en el uso de IA para fines afectivos. Varias mujeres han expresado su decepción al descubrir que los mensajes emotivos que recibían no eran escritos por sus parejas, sino generados por un chatbot. “Hace que todo parezca falso”, comentó una usuaria en Reddit, al enterarse de que su ex nunca redactó los textos que tanto la conmovían.
Sin embargo, también hay quienes ven valor en esta forma de comunicación asistida. “Si un hombre se toma la molestia de usar ChatGPT para no sonar insensible, algunas mujeres lo ven como un esfuerzo válido”, dice el comediante Jared Freid, conductor del popular pódcast sobre citas U Up?. Incluso han usado el chatbot para “mejorar” mensajes de ruptura recibidos por sus oyentes, con resultados sorprendentemente empáticos.
¿Quiénes lideran esta tendencia?
Aunque el uso de IA en el amor atraviesa todos los géneros, los datos indican que son mayormente los hombres quienes la utilizan como herramienta emocional. Esto no sólo refleja una transformación en la manera de relacionarse, sino también una creciente dependencia tecnológica ante la dificultad de manejar emociones complejas.
Un caso citado en el artículo es el de José*, quien tras una ruptura consultó a ChatGPT para decidir si debía visitar a su ex o simplemente enviar una carta. El chatbot le ofreció un enfoque reflexivo, con preguntas, listas de pros y contras, e incluso consejos para sobrellevar el duelo emocional. “Me ayudó a poner las cosas en perspectiva”, cuenta.
¿Romanticismo artificial?
El debate sigue abierto. ¿Nos hace menos sinceros apoyarnos en una IA para expresarnos? ¿O más bien nos ayuda a ser versiones más elocuentes y empáticas de nosotros mismos? Lo cierto es que, en medio de una cultura de citas dominada por el ghosting, el orbiting, el breadcrumbing y otras prácticas fugaces, quizás no sea tan malo tener una herramienta que, al menos, intente humanizarnos un poco más.
Lo que está claro es que el amor —como tantas otras facetas de la vida— ya no es exclusivamente humano. Y aunque los algoritmos no sienten, están cada vez más presentes en nuestras emociones.