Cada año, habitantes de Iztapalapa, Ciudad de México, viajan hasta el poblado de Tlaltenango, en Cuernavaca, para elaborar un monumental arreglo floral que cubre el marco de la entra da principal de la parroquia local. Esta tradición, vigente desde principios del siglo XIX, se enmarca en la Feria de Tlaltenango, celebrada del 31 de agosto al 9 de septiembre, cuyo día central es el 8 en honor a la Virgen de los Milagros.
El presidente de la Sociedad del Señor Tepalcingo y de la Virgen de Tlaltenango, Marcelino Hernández Frías, explicó que la costumbre se ha transmitido de generación en generación como un acto de fe y devoción hacia la Virgen. Recordó que sus abuelos y tatarabuelos acudían a colocar ofrendas florales, una práctica que, pese al paso del tiempo, se mantiene gracias al esfuerzo colectivo de los peregrinos. En esta edición, cerca de 47 personas realizaron la peregrinación desde Iztapalapa, aunque unas 15 estuvieron directamente involucradas en la elaboración de la portada.
El proceso inicia desde julio con la recolección de vara de garambullo en Puebla, material flexible que permite dar forma a las figuras que posteriormente se recubren con flores y pasto. El costo aproximado de la obra es de 50 mil pesos y requiere alrededor de dos meses y medio de trabajo. Si bien en sus orígenes el adorno era completamente natural, en los últimos 20 años se han incorporado flores de otro tipo debido a los costos y a la escasez de ciertas especies. Aun así, las imágenes religiosas y de la naturaleza son el motivo central de la portada floral que engalana la parroquia de Tlaltenango durante los festejos. Para los participantes, el esfuerzo físico y económico es parte de una herencia espiritual.
“Es la devoción que nos dejaron nuestros abuelos y padres. Todo este trabajo se lo brindamos a la Virgen con fe y agradecimiento”, expresó Hernández Frías, quien a sus 72 años ha mantenido la tradición a lo largo de su vida.