Cuernavaca.- La mitad de su vida la ha dedicado a ayudar a su prójimo, y no a cualquiera, sino al más indefenso, al más vulnerable, pero también al más moldeable, con la única intención de darle la esperanza de un futuro mejor: es Cecilia Blanchet Pezet, presidenta y fundadora de la asociación civil “Ministerios de Amor”, que tiene en Cuernavaca cuatro de las nueve casas con las que cuenta en el país.
La doctora Blanchet, ex actriz, empresaria y activista social un día volteó sus ojos a las niñas y niños de la calle para construir su propio cielo y ayer festejó un cumpleaños más, rodeada del cariño y el amor de aquellos que hoy la llaman “mami Ceci”.
Hace 35 años creó la asociación civil y lo más difícil del trabajo, que se convirtió en su proyecto de vida, ha sido reclutar a la gente correcta, más allá del financiamiento.
“Niños hay por todos lados, pero lo más difícil ha sido encontrar a la gente que pueda tocar sus corazones, sus vidas, que pueda acompañarlos, escucharlos, entenderlos y sacarlos adelante; eso no es fácil”, comenta apenas terminó de escuchar otras mañanitas en su honor y partir el pastel.
Con más de tres décadas rescatando a niñas y niños del caos y el olvido, Cecilia Blanchet ha sentido el cambio del entorno y el impacto en su labor.
Pasó de ayudar a aquellos que eligieron las alcantarillas al hogar destruido, a hacerse cargo de los hijos de los niños y los adolescentes de la calle; de los de ‘sin techo’.
Actualmente su trabajo enfrenta una tercera etapa más difícil en el contexto de violencia; donde es más complicado rescatar a niños y adolescentes captados por la delincuencia, que han estado en contacto con dinero, armas y drogas.
Es complicado porque esos niños y niñas no aceptan con facilidad ir a vivir a una casa con reglas y obligaciones, “cuesta más trabajo ahorita”, indica.
Aun así “Ministerios de Amor” se sostiene con cuatro sedes en Cuernavaca, una en la Ciudad de México, dos en Guadalajara y dos en Monterrey, atendiendo a una población de 350 niñas y niños desde 2 a 24 años de edad.
Por: ANTONIETA SÁNCHEZ