Uno de los momentos más importantes en la carrera de un árbitro, es cuando lo inscriben en la lista de jueces internacionales.

Hace muchas Lunas, dicho proceso pasaba por dos etapas: una, cuando el interesado era propuesto por su Federación y aceptado por FIFA y otra hacer los méritos suficientes para portar el gafete.

Esto consistía en silbar dos juegos de categoría “A”, o sea entre selecciones mayores y permanecer dos años en el listado de élite.

Además, ese gafete una vez entregado, se conservaba aunque en algún momento el nazareno ya no fuera propuesto.

Es decir, se podía ser árbitro internacional sin escudo y dejar de serlo, pero con gafete, en suma, un verdadero relajo.

A un servidor le tocó todavía ese desbarajuste que por fortuna, se modificó y hoy junto al honroso nombramiento, el galardonado ya sea mujer o varón, puede llevar en su pecho el escudo que lo acredita como uno de los mejores en su país.

En el año 1985 yo venía de un severo castigo impuesto por la Comisión Disciplinaria. Mi falta consistió en suspender un partido en el estadio Universitario de San Nicolás de los Garza entre Tigres y América.

Un desacato del cuerpo técnico de los Tigres, al negarse a abandonar el terreno de juego tras ser expulsado, motivó la decisión.

Mis superiores me felicitaron y el comité de penas me metió ocho partidos fuera.

Al poco tiempo, venían las pruebas físicas para competir por un lugar en el listado internacional.

Don Javier Arriaga era el presidente y al saber que había sido convocado me llamó y me dijo: “Si aprueba los exámenes, es usted el nuevo internacional por México”.

Nunca fui lo que se dice un atleta, pero entrenaba duro y no pasé angustias para lograr el cometido.

En la siguiente reunión de la Comisión de Árbitros, compuesta por ocho miembros y Don Javier, cada uno llevaba un folder con las prendas personales de su candidato que obvio, no era yo.

El señor Arriaga abrió el debate diciendo: “estamos aquí para decidir quién será el próximo juez en FIFA. Mi candidato es Arturo Brizio” y luego de una pausa, le fue preguntando a uno por uno: “alguna objeción”.

De más está decir que gané 9 a 0.

Ahora la FEMEXFUT ha recibido el beneplácito para inscribir a dos nuevos silbantes en las listas de la FIFA.

Se trata de Jesús Rafael López Valle y de Ismael Rosario López Peñuelas.

Ambos son sinaloenses y buenos árbitros. Son fruto de un trabajo hecho por un extraordinario instructor y mejor ser humano, Arturo Ángeles, quien colaboró durante varios años en la comisión arbitral.

Imagino la gran felicidad que experimentaron al recibir su escudo y el enorme orgullo que son para sus familias.

Ahora, a refrendar lo hecho y entender que solo la disciplina y el trabajo hacen conservar ese lugar de privilegio.

José María Codesal, uno de los mejores instructores de habla hispana de la historia decía: “Si un chico viene al curso y no sueña con el gafete FIFA que… mejor ni se inscriba”.

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