Aveces me pregunto por qué somos tan buenos para copiar lo malo. Hablando exclusivamente de futbol, importamos el sistema argentino de la postemporada que, con remiendos, ajustes e inventos, han dado lugar a lo que hoy conocemos como la Liguilla.

Esto abolió el sistema del torneo largo, jugando todos contar todos a dos vueltas y aquel que conseguía más puntos era el campeón.

El esquema no ha de ser del todo malo, pues prevalece hasta la fecha en las principales Ligas de Europa.

En realidad, los pamperos buscaron foco para la exportación de jugadores, en lo que son maestros.

Acá las televisoras se mostraron encantadas de tener una cantidad mayor de encuentros para transmitir y no se puede negar, el método resultó exitoso durante muchos años.

Solo que el procedimiento parece agotado y así lo exhiben los ratings televisivos, la cobertura mediática y, lo más preocupante, la asistencia a los estadios.

Salvo aquellos clubes que tienen como práctica comercial la venta de “abonos”, léase Tigres, Rayados, Toluca, los demás batallan para llevar gente al graderío y resulta frecuente ver tribunas patéticamente vacías.

Al futbol mexicano lo manejan los intereses de los propietarios de los clubes de la primera división.

Por supuesto que también llevan mano los integrantes del duopolio televisivo, quienes desde siempre han dictado la pauta a seguir.

El hecho de eliminar el descenso, entre otras absurdas medidas, solo han contribuido a hacer tremendamente aburrido el balompié local.

Como simple ensayo, le suplico a usted, amable lector de Diario de Morelos, le pregunte a una niña o chavito que le guste el futbol, ¿a quién le van?

Le juego una comida, a que en un 90 % la respuesta será a un club extranjero.

Los equipos que no tienen o no sienten compromiso con sus colores, propietarios o afición, se han dedicado a “nadar de muertito”.

Sin inversión, refuerzos ni proyecto, ahí la van llevando clubes como Mazatlán, Juárez, Puebla y hoy, hasta dos equipos propiedad de un Grupo que hasta hace no mucho, era sinónimo de éxito: Atlas y Santos.

Los rojinegros arrancaron como caballo fino y hoy traen trote de jamelgo.

Si no quedan fuera del Play-in es por lo dejado de hacer por el León.

Lo de Santos es doloroso y lamentable.

Frecuente invitado y animador de la Fiesta Grande, hoy navega en los últimos lugares, eliminado de cualquier posibilidad de postemporada y con una afición totalmente decepcionada.

Poseen el lastimoso record de tener las peores asistencias de la Liga en su hermoso estadio.

Quizá el único que se salva de la quema, es el guardameta Carlos Acevedo.

Lo demás, es una murga sin rumbo ni timón.

Ahora el dueño, en un acto de absoluto nepotismo, trae a su hijo de 24 años para presidir al club.

Ojalá le diera las armas para demostrar su valía, porque en estas fechas en que se conmemora a los difuntos, estamos asistiendo con el Santos de La Laguna, a un…lastimoso sepelio.

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