Corría el sexenio 1970-76 del gobernador Felipe Rivera Crespo cuando la CTM rompió el desfile del uno de mayo. Comandados por Jesús Adame Giles, dirigente del sindicato cetemista de albañiles, catapultaron una pala mecánica sobre los trabajadores independientes enfrente del restaurant La Universal, entre ellos los obreros de la planta de Nissan Mexicana de la Ciudad Industrial del Valle de Cuernavaca (CIVAC). El desfile fue suspendido y hubo lesionados, entre muchos otros Rafael Velarde Díaz, líder de los sindicalistas independientes de la fábrica de la empresa Industria Automotriz de Cuernavaca (IACSA) que estaba ubicada en un costado de la actual Plaza Galerías. Tres años más tarde, el PRI premió a Giles con la diputación local por el cuarto distrito de la XLI Legislatura, luego de lo cual fundaría la colonia Nueva Jerusalén, erigiéndose como “obispo”.

¿Cómo era entonces el tono de vida en Cuernavaca? En más de un sentido algunas cosas venían de tiempo atrás. En 1966, Nissan Internacional había instalado su planta ensambladora de coches en CIVAC, capacitada la primera generación de obreros en unos departamentos del edificio Benedicto Ruiz habilitados como aulas. Los Beatles, que estaban en su apogeo, acaparaban las rockolas de 20 centavos la pieza; los jueves El Santo, Blue Demon, El Rayo de Jalisco y más luchadores famosos abarrotaban la Arena Isabel; los martes el periodista “Pepe” Gutiérrez ofrecía “La Hora del Pueblo”, en el Jardín de los Héroes, la Plaza de Armas de hoy; la gente de Cuernavaca disfrutábamos uno de los últimos carnavales que volvieron famoso a “Moi”, el Rey Feo, quien moriría dándoles de comer a las palomas en el Jardín Juárez; la chaviza del proletariado nadaba en la alberca del Parque Revolución y cascareaba en las canchas de basquet y voli de ahí mismo… y el gobierno batallaba con Sergio Méndez Arceo, el Obispo de los Pobres que defendía causas justas, como las demandas de los sindicalistas independientes. Mientras en 1967 Nissan sacaba a la circulación su primer modelo, el Bluebird, en su planta de Puebla la Volkswagen armaba los primeros escarabajos “made in México”, y aunque con capitales extranjeros nacía la industria automotriz mexicana. El PRI y el conservadurismo de la clase empresarial estaban asustados, en tanto Méndez Arceo seguía al lado de los pobres impulsando las comunidades eclesiales de base, respaldando las demandas obreras del FAT y por ello tildado de “obispo rojo” por la derecha del PAN. (Méndez Arceo había llegado el 29 de abril de 1952 como el séptimo obispo de Morelos, y fallecería el 5 de febrero de 1992). Ganando cada vez más prestaciones laborales los sindicatos del FAT que la CTM, fue como comenzó el rumor de que los japoneses de la Nissan se llevarían su fábrica de CIVAC a Aguascalientes, lo cual no sucedió sino hasta 1982, pero sólo de manera parcial, fundando allá su segunda planta por cuestiones de costos, ubicación y políticas. La primera parte de Nissan se quedó en Morelos, y hasta hoy día sigue siendo la empresa privada que más empleos proporciona, “exorcizado” hace muchos años el fantasma de que vaya a instalarse en Aguascalientes o a otro estado. Y lo mejor de aquellos días: que Morelos era una tierra de seguridad social y paz política. El paraíso que se nos fue… (Me leen después).

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