De manera práctica, salomónica, el Congreso del Estado resolvió el conflicto por la disputa de la presidencia del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), el viernes. Ni Jorge Gamboa ni Juan Gabriel Vargas ocuparán el puesto de presidente del Poder Judicial de Morelos que ambos se ostentaron y al final hicieron el ridículo, ofreciendo el triste espectáculo de un pleito propio de lavanderas de vecindad. La votación de los veinte diputados fue unánime, quitando tanto a Gamboa como a Vargas y designando una terna compuesta por Bertha Leticia Rendón Montealegre, Manuel Díaz Carvajal y Juan Emilio Elizalde Figueroa, de entre la cual el pleno de magistrados elegirá al nuevo presidente del TSJ.
Mientras tanto, medios políticos y sociales destacan la trayectoria de Juan Emilio Elizalde como producto de la cultura del esfuerzo. Oriundo de Zacatepec y de origen económico modesto, al mismo tiempo que estudió la carrera de licenciado en derecho trabajó en varios lugares, como un restaurante de la calla Galeana; posteriormente fue reportero y columnista en la primera redacción del Diario de Morelos…
Por mi parte, recordé este puñado de historias de políticos y policías que de alguna manera vienen a cuento:
Los comentaristas oficiosos festejaban la absolución del en ese momento gobernador Sergio Estrada Cajigal, y las palabras zalameras de los pocos convencidos de la inocencia del primer gobernador panista de Morelos que fue absuelto del juicio político. Aunque nada tuvo que ver Estrada con el proceso penal de la Procuraduría General de la República (PGR) contra el coordinador de la Policía Ministerial, José Agustín Montiel López, el columnista recordó algunos sucesos políticopolicíacos. Uno: en enero de 1998, Armando Martínez Salgado, el policía que en vez de combatir el secuestro lo cometía, fue a parar a la prisión de Almoloya. Horas antes había sido sorprendido cuando se disponía a dar el clásico “carreterazo” al cadáver del presunto plagiador Jorge Nava Avilés alias “La Mole”… Dos: a mediados de los ochenta el gobernador Lauro Ortega Martínez fue informado de que el jefe de la Policía Rural, Ernesto Landín Mijares, estaba involucrado con el narcotráfico, y lo cesó inmediatamente… Tres: en el otoño de 1993, elementos de la Policía Judicial fueron ultimados en una emboscada de secuestradores (aparentemente de la banda de “La Víbora”), en las cercanías del balneario Agua Hedionda, de Cuautla. El gobernador Antonio Riva Palacio López no lo pensó dos veces y le pidió la renuncia al director de la corporación, Juventino Sánchez Gaytán... Cuatro: el gobernador Armando León Bejarano nada pudo o quiso hacer para sacudirse a Luis Villaseñor Quiroga quien, impuesto por el a la sazón secretario de Gobernación, Enrique Olivares Santana, ocupó en dos lapsos distintos la dirección de la Policía Judicial. Sin embargo, apenas entrando Ortega a la gubernatura, Villaseñor fue detenido y puesto preso en la desaparecida Penitenciaría de Atlacomulco, acusado de que desde la Judicial había dirigido una banda dedicada al robo de bancos y el secuestro… Cinco: el valiente policía Francisco Bravo alias “La Guitarra” salió airoso de incontables balaceras. Retirado años más tarde de la actividad policíaca, murió a consecuencias de una gangrena… Siete: el caso de José Agustín Montiel López fue el más sonado. Nombrado en mayo de 2002 coordinador de la Policía Ministerial en sustitución de Alberto Pliego Fuentes, llegó precedido de una estela de recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), por actos de tortura en Guerrero. En esos días ex procurador general de justicia, José Luis Urióstegui Salgado, afirmaba que le entregó al Gobernador una tarjeta de la PGR en la que Montiel aparecía relacionado con el narcotráfico, pero cuando estalló el escándalo Sergio Estrada negó haber recibido la tarjeta… (Me leen mañana).
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